Hoy nos despertamos temprano, como lo hacíamos hasta finales de noviembre del año pasado. Me pareció algo sorprendente porque ya me estaba acostumbrando a dormir un poco más los fines de semana; es que por las mañanas el frío es inclemente y a mí, como a todos los mininos, nos gusta el calorcito.
Bueno, hoy esperaríamos la visita de los archiduques, a quienes no veíamos desde los abrazos navideños. Por cierto, esa madrugada nos desvelamos y dimos abrazos tan apretados, que me sentí como el hombre elástico, el de los 4Fantásticos.
Anoche nos dijo mi gordis que hoy saldríamos a desayunar con la princesa y los archiduques, algo que nos llenó de alegría no sólo por la posibilidad de degustar sabores diferentes a los acostumbrados en mi palacio sino, además, podría alimentarme de la ternura y amor con mis sobrinos.
De ahí que ayer no cené, esperé a tener vacío mi estomago para llenarlo hoy de las delicias restauranteras o callejeras, me hice la ilusión de dar lengüetazos a una rica pancita, a un consomé de barbacoa o una deliciosa sopa de tortilla…
Pues mal, la semana pasada vinieron unos señores que llenan los tanques de gas, pero mi gordis no tuvo oportunidad de adquirirlo y hoy, cuando llegaron mis adorables sobrinos, aún no pasaba el ansiado camión repartidor. Mi gordis propuso que se compraran garnachas, esas que venden en la esquina y que, desgraciadamente, son demasiado pesadas para mi delicada y tierna barriga. Quien se emocionó mucho al escuchar la propuesta de Tere fue Fanny, a ella le encantan los huaraches con bistec.
“¡Qué mala pata! Digo, ¡Qué mala suerte!”, pensé con tristeza, “¡Ya no saldré a recorrer mis dominios y tampoco se estimularán mis papilas!”, concluí mientras me dirigía a mi horno.
Estaba recostado sobre mi rectangular superficie cuando escuché a la princesa llamar a mis sobrinos, harían una videollamada. La curiosidad se apoderó de mi sedosa, blanca y peluda cabecita, “Una videollamada? ¿Qué es eso?”.
Descendí sigilosamente de mi horno, caminé de puntitas para no hacer ruido alguno hasta donde se hallaban los archiduques, di un salto y me coloqué entre ellos, que, concentrados, no se percataron de mi presencia. Me sentí feliz, pude conocer a mi tía Minerva. Ella fue muy cariñosa con mis sobrinos, lo mismo que su bisabuela Mary y fue hasta que hice un leve gruñido, que se dieron cuenta que debían presentarme.
El resultado fue, como es natural, de admiración y cortesía hacia mi majestuosa gatonalidad… ¡MIAU!
Mis agradecimientos estóicos.
Agradezco por mis seres queridos, los que están aquí y los que ya trascendieron; agradezco por la amorosa visita de Mary, Santi y Darío; agradezco por la compañía de mis mascotas, agradezco por continuar aquí y agradezco por este día.
Que bonito Tere querida!!! Me encantó!! Muchas gracias por compartir conmigo tan lindas líneas
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