Yo vivo en un entorno de halagos, mi mami y otros cachorros dicen de mí que soy hermosa y tienen razón, soy HERNOSA, pero además, bien portada. Por ejemplo, estos días que ha hecho un frío intenso y que ha llovido “a cántaros”, como dice mi mamá, me permiten salir cuando no caen las gotas de agua. Esto de verdad, es una experiencia fenomenal, pues las hojas de las plantas están húmedas y yo bebo el líquido que queda en ellas, además, subo a la barda y observo las calles mojadas, solitarias, con uno que otro transeúnte que camina esquivando los charcos y veo también niños que, por el contrario, brincan encima de ellos…
Así, mi vida transcurre en una suerte de placer y encanto, pero no había pensado nunca en la vida que tienen algunos gatos de casa, que bien con sus papis y aun así, son malcriados. No lo había imaginado jamás, hasta que el viernes por la noche, mientras reposaba en mi mesa y veía la televisión con mi familia, supe de un señor al que llaman papás de gatitos desesperados por el mal comportamiento de los felinos.
“Miau, qué es lo que harán los gatitos”, me pregunté con curiosidad, alisé mi pelo y abrí bien mis ojos, al tiempo que erguía aún más mis orejas. Eran unos gatos casi tan bonitos como yo, pero que arañaban y mordían a sus papás. “No puedo comprender porqué hacen esas cosas, tal vez no les dan de comer bien, puede ser que no les premien con sus botanitas deliciosas, quizás no los acaricien”, reflexioné mientras seguía viendo la transmisión del programa.
Puse atención, porque el señor ese me podrá ayudar cuando tenga problemas con mis familiares, o si en algún momento me hace falta algo, recurriré a él, su nombre es Jackson Galaxy. Me dio curiosidad su figura, es grande y parece intimidar con su presencia, pero cuando vi cómo se porta con los mininos, me pareció que estaba con alguno de los miembros de mi familia, así me tratan, como una reina.
Bueno, en realidad, no creo llegar a necesitarlo porque todo lo que puedo ansiar lo tengo, amor, cuidados, consentimiento, palabras dulces, juguetes, etc. Sin embargo, va un MIAAUUUU de admiración por el buen corazón de aquel hombre.
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