Me dí unas vacaciones, no salí de la ciudad pero sí descansé, hice lo necesario para dedicarme a mi pasión básica: la contemplación. Solamente hacía mis paseos diurnos para no perder la forma, pues ante todo, soy una minina elegante y divina.
Pues bien, ayer muy temprano salí para caminar por las calles, las azoteas, los parques de esta enoooorme ciudad, iba respirando el aire matinal cuando escuché unos maullidos. "Esos gatos deben estar dentro de ese lugar y, tal vez, requieran de mi ayuda para salir de ahí", pensé mientras me dirigía hacia aquel sitio. Descubrí que era una escuela, toda ella tenía los colores azul y gris, lo mismo que los niños que estaban dentro. "¡Qué curioso!", pensé, "Se debe tratar del uniforme de la escuela y el de los niños, ¡Ja! Un edificio uniformado".
Ingresé con el temor de ser rechazada por no tener los colores del uniforme, pero de inmediato vi que los gatos no estaban vestidos de azul, así que respiré con alivio y me dirigí hacia ellos. Erann chiquitos y pelones, para nada se parecían a mí, que tengo una melena envidiablemente brillante, sedosa y larga, con los colores que contrastan con mis ojos color aceituna. Conversé con ellos y me enteré que no tenían la menor intención de salir, que están muy bien con la tarea encomendada; evitar que haya ratones dentro del Plantel. Me sentí tan decepcionada de la actitud pusilánime de mis congéneres, que los dejé con cierto desdén y subí las escaleras, recorrí salones pero al llegar frente a uno de ellos, me atraajo una voz apasionada que hablaba con elocuencia y me pregunté si sería posible que hubiese dentro de una escuela de una colonia del norte de la ciudad una persona tan profesional. Dí un salto, atravesé el vidrio de la ventana pero no bajé al piso, me acomodé en el alféizar, paré bien mis orejas,abrí mucho mis ojos y puse atención, tanta, como si fuera uno de los chiquillos uniformados con camisa blanca y pantalón azul, pues ninguno traía suéter puesto.
MIAU!, qué plática, fue excepcional y trató de lo siguiente: la tecnología es una maravilla y debe ser un medio pero no el fin. Esto me intrigó porque de inmediato pensé en cómo es que yo concibo todo lo que es la tecnología y la aplicaciónque le doy. La profesional, pequeña pero enorme en conocimiento del ser humano, dulce pero firme, continuó explicando a los muchachitos.
Afirmó con preocupación que los vio entrando a páginas prohibidas, esas que muestran desnudos y habló de la transformación de las personas individuales, con capacidad de raciocinio y de sentimientos, de identidad nacional y susceptible de practicar valores tales como el respeto, la responsabilidad, la empatía y de expresar sentimientos tan nobles como el amor y la lealtad, del individuo que se convierte en cosa, en un objeto que solamente produce sensaciones en el espectador.
"MIAU, MIAU", me dije, "¡Cuánta verdad y sabiduría sale de la boca de esa adorable mujercita! Estoy segura de que si fuera persona, me encantaría ser como ella".
De regreso en mi hogar, encaramada en mi amplio librero, cerré mis ojos. Recordé todo lo que había escuchado y pensé que en realidad, la utilidad que doy a mi computadora es la del medio, porque el fin es escribir y relatar mis aventuras, expresar mis opiniones y decir cosas interesantes, además de contar al mundo acerca de mí, de mi hermosura y mi majestuosidad, y, a veces, de subir mis fotos.
Estoy segura de que en México hacen falta muchas mujeres pequeñas pero gigantescas en entrega, preparación y profesionalismo.
ofesionalismo como la que nos hizo vibrar con su discurso y su emoción.
Pues bien, ayer muy temprano salí para caminar por las calles, las azoteas, los parques de esta enoooorme ciudad, iba respirando el aire matinal cuando escuché unos maullidos. "Esos gatos deben estar dentro de ese lugar y, tal vez, requieran de mi ayuda para salir de ahí", pensé mientras me dirigía hacia aquel sitio. Descubrí que era una escuela, toda ella tenía los colores azul y gris, lo mismo que los niños que estaban dentro. "¡Qué curioso!", pensé, "Se debe tratar del uniforme de la escuela y el de los niños, ¡Ja! Un edificio uniformado".
Ingresé con el temor de ser rechazada por no tener los colores del uniforme, pero de inmediato vi que los gatos no estaban vestidos de azul, así que respiré con alivio y me dirigí hacia ellos. Erann chiquitos y pelones, para nada se parecían a mí, que tengo una melena envidiablemente brillante, sedosa y larga, con los colores que contrastan con mis ojos color aceituna. Conversé con ellos y me enteré que no tenían la menor intención de salir, que están muy bien con la tarea encomendada; evitar que haya ratones dentro del Plantel. Me sentí tan decepcionada de la actitud pusilánime de mis congéneres, que los dejé con cierto desdén y subí las escaleras, recorrí salones pero al llegar frente a uno de ellos, me atraajo una voz apasionada que hablaba con elocuencia y me pregunté si sería posible que hubiese dentro de una escuela de una colonia del norte de la ciudad una persona tan profesional. Dí un salto, atravesé el vidrio de la ventana pero no bajé al piso, me acomodé en el alféizar, paré bien mis orejas,abrí mucho mis ojos y puse atención, tanta, como si fuera uno de los chiquillos uniformados con camisa blanca y pantalón azul, pues ninguno traía suéter puesto.
MIAU!, qué plática, fue excepcional y trató de lo siguiente: la tecnología es una maravilla y debe ser un medio pero no el fin. Esto me intrigó porque de inmediato pensé en cómo es que yo concibo todo lo que es la tecnología y la aplicaciónque le doy. La profesional, pequeña pero enorme en conocimiento del ser humano, dulce pero firme, continuó explicando a los muchachitos.
Afirmó con preocupación que los vio entrando a páginas prohibidas, esas que muestran desnudos y habló de la transformación de las personas individuales, con capacidad de raciocinio y de sentimientos, de identidad nacional y susceptible de practicar valores tales como el respeto, la responsabilidad, la empatía y de expresar sentimientos tan nobles como el amor y la lealtad, del individuo que se convierte en cosa, en un objeto que solamente produce sensaciones en el espectador.
"MIAU, MIAU", me dije, "¡Cuánta verdad y sabiduría sale de la boca de esa adorable mujercita! Estoy segura de que si fuera persona, me encantaría ser como ella".
De regreso en mi hogar, encaramada en mi amplio librero, cerré mis ojos. Recordé todo lo que había escuchado y pensé que en realidad, la utilidad que doy a mi computadora es la del medio, porque el fin es escribir y relatar mis aventuras, expresar mis opiniones y decir cosas interesantes, además de contar al mundo acerca de mí, de mi hermosura y mi majestuosidad, y, a veces, de subir mis fotos.
Estoy segura de que en México hacen falta muchas mujeres pequeñas pero gigantescas en entrega, preparación y profesionalismo.
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