Para mí todos los días son
importantes, todos porque cada uno es
diferente pero tienen algo importante: ¡Mi mami me adora! Los días de trabajo de mis mamis son de lunes
a viernes, así que los fines de semana las tengo para mí y las comparto con
Valentina, por eso el sábado y el domingo son mis días predilectos.
Los viernes
experimento emociones encontradas, mis sentimientos se vuelven un caos porque, por un lado, estoy feliz pues tendré dos días de adoración absoluta,
pero por otra parte, los viernes en la noche invariablemente la gente se vuelve
sorda.
Aún ahora, estoy cansada y con este frío, me
siento adormilada… Es que anoche hubo una fiesta de personas con disminución
auditiva, esto lo creo porque hubo una fiesta
en la acera de enfrente –yo pensaba que esos vecinos escuchaban bien—en a
que la música y las palabras, los cantos
y las risas fueron emitidas con magnavoz. La cosa fue así; yo estaba descansando con mi mami, que se quedó por un resfriado
horrible, yo aproveché para dormir junto a ella y cuidar su reposo. De repente, a eso de las 8:00 p.m. se oyó
como un estruendo, una explosión espantosa que dio inicio a una serie de sonidos
y ruidos musicalizados. Cerramos las
ventanas, tapiamos las hendiduras de las puertas, cubrimos con cartones los
resquicios de aire por donde pudiera
entrar el ruido, pero fue inútil. Por más que intentamos, era una plaga… una
invasión de ruido que no nos permitió cerrar los ojos durante más de un minuto.
Mis mamis estaban inquietas, lo mismo yo y
no se diga la pobre de Valentina, con sus enormes orejas parabólicas, nada más se quejaba, se podía adivinar cuánto
lastimaba el ruido sus pobrecitos tímpanos…
Después, así como estoy de cansada, me puse a reflexionar: ¡Por qué la gente que no escucha trata de que
los demás también queden lastimados de los oídos? ¿Acaso es lindo no escuchar bien?
Después recordé las películas en las que
salen los jóvenes bailando, lo hacen mientras escuchan música con alto volumen,
pero eso es en lugares destinados para bailar, y aquí se trataba de una casa… No encontré la relación, ¿Acaso la casa se
había transformado en un sitio de baile?
Como tenía muchas dudas, salí de
la casa y fui a asomarme, para ello tuve que quitar un cartón y escabullirme
por la ventana, salí al frio de la madrugada y, tiritando, caminé por la barda,
de un salto y corrí hacia la casa vecina, ahí asomé mi hermoso rostro por la
ventana del lugar. Había algunas
personas bailando, otras comiendo, otras riendo y todas, sin micrófono… Otro motivo de reflexión: ¿Por qué si están juntos, cercanos, hablan a
gritos? No encontré respuesta más
apropiada: ¡NINGUNO ESCUCHA BIEN!
Regresé a la casa, intenté dormir pero fue
imposible hasta que el ruido cesó, a eso de las 5:00 a.m. Dormí durante toda la mañana y ahora, con el
sueño atrasado y la inquietud originada por
la enorme cantidad de personas con disminución auditiva, me propongo disfrutar el cariño de mis
mamis. ¡MIAAAUUU!
AUDIO
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