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jueves, 4 de abril de 2013

¡MIAAAUUUUU! ¡ESTOY REALMENTE INDIGNADA!




   Ayer 3 de abril, en el periódico Milenio, la opinión de Carlos Marín me resultó ofensiva.  No es que yo presente un problema de comportamiento y sea opositora, sino que me parece que las opiniones  vertidas por el periodista salen desde la lejanía de una realidad real, neta que existe en los centros escolares de México; los mismos profesores de una localidad pueden suponer, pero no comprender ni experimentar, lo que significa lo que viven y laboran los de otra. 
   Esto lo digo a propósito de la constante insinuación de que los profesores, todos, son flojos.  Yo quiero, desde mi felina posición, dar una opinión  que bien sé, no tendrá el mismo eco que la de los medios de comunicación, empeñados en empañar  y destruir al magisterio.
1.        Las críticas vienen de quienes, estoy segura, no han tenido más responsabilidad que la de sus hijos.  Por eso es fácil criticar a quienes se encargan de la instrucción y la educación de treinta infantes de la misma edad en un espacio limitado (hay aulas que son reducidas  en comparación de la cantidad de alumnos).
2.       Reconozco que hay profesores que son incultos y que debería conducírseles hacia la excelencia, no lo niego.  Pero resulta que no todos lo son, hay quienes adoptan un papel de profesores entre profesores para orientar el quehacer  y la acción.
3.       Las condiciones laborales en las que se encuentran los profesores y las condiciones de aprendizaje en las que se hallan los alumnos, me refiero a la infraestructura de las escuelas y  el mínimo material que se proporciona, son incompatibles con los ideales educativos.
4.       Los alumnos son diferentes, tal como lo son los dedos de las manos de todas las personas.  Con esto me refiero que existe una gran contradicción institucional, pues por un lado, se apela a la inclusión de todos los alumnos, sean cuales sean sus características, orígenes étnicos, discapacidades y estados de salud, sin contar con las oportunidades sociales y culturales que les impulsen a lograr un mayor desarrollo  cultural.
5.       Los profesores de las zonas rurales no solamente se enfrentan a la diversidad de lenguas, sino a las condiciones indignas para los alumnos y para ellos mismos, que tienen que trabajar lejos de las comunidades, en las que los alumnos deben recorrer grandes tramos de terracería o yo qué sé qué tipo de suelo diferente deben andar  para llegar a tomar sus clases.

En conclusión, quiero expresar otras ideas:
a)       Esto de la calidad educativa y las reformas educativas son imposiciones que no están contextualizadas a la realidad de nuestro país, que está lleno de pobreza en todos sentidos, pobreza cultural, social, humana, y educativa.
b)      Las reformas no responden, entonces, a una necesidad nacional sino a la imposición exterior, que determina lo que se debe saber en todos los lugares, haciendo tabla rasa y eso es impropio.
c)       Los gobiernos de muchos países han adoptado este tipo de orientación en la educación debido a que todos ellos pretenden mantener los préstamos y apoyos externos.
d)      Mientras no se cambie la cultura de la mentira y el engaño, cualquier esfuerzo, tanto de autoridades, profesores,  médicos, barrenderos, jardineros, amas de casa, secretarias y las demás actividades existentes, será inútil.
e)      Se debe comenzar por portarnos honestos, reconociendo cada uno desde su función, lo que sabe y lo que no, lo que puede hacer y en qué requiere apoyo, además de solicitarlo con humildad y agradecimiento.
f)        Estar conscientes de que no son poseedores de todo el conocimiento y toda la verdad (sólo yo, ¡MIAU!).
g)       Reconocer en el otro la capacidad y su potencialidad.
h)      Dirigirse en la vida con responsabilidad, es decir, vivir la libertad asumiendo las consecuencias de lo que se eligió hacer y recordar que no se vale tener remordimientos ni arrepentimientos.
i)        Estar conscientes de que lo que se haga o diga, que es fruto de la libertad, debe ser ejemplo para los demás.

Desde mi indignación actual, mando un ¡MIAU! de molestia a todos los medios de comunicación que atacan a los maestros.


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