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miércoles, 30 de julio de 2014

SALVADOR NOVO, LA CASA Y EL RATÓN… QUIÉN ESPERABA QUE YO LO ATRAPARA? ¡MIAAUUUU!

Había comenzado a leer acerca de Salvador Novo, pues hoy se cumplió el aniversario número 110 de su nacimiento. Un intelectual mexicano, creativo, con gran aptitud artística (literaria) fue un hombre muy importante en la vida literaria y pública nacional. Yo estaba en eso cuando de repente, Valentina comenzó a ladrar insistentemente al refrigerador. “Debe estar loquita”, pensé, “Cree que el artefacto va a responderle o tal vez, quiere jugar con él, jajá”. Después, mi mami dijo que tal vez había un ratón en la casa, pues ella había escuchado ruidos que le habían sobresaltado en la madrugada. Como es natural a mi felinidad, no hice caso; me limité a verlas con cierto desprecio por ocuparse de cosas tan concretas y directas, tan despreciables y absurdas. “Un ratón, ¿qué será eso? En mi vida había oído nombrarlos, aunque sé que son presa de los gatos”. Volví a mi investigación y me desentendí del escándalo y preocupación circundantes. Lo que obtuve fue que Salvador Novo (30de julio de 1904- 13 de enero de 1974) fue literato, fundador de la revista Los Contemporáneos, ocupó varios cargos públicos relacionados con el aspecto editorial de las Secretaría de Educación Pública y de la Secretaría de Turismo. También escribió varios libros de poesía y ensayos. El presidente Gustavo Díaz Ordaz lo nombró Cronista de la Ciudad de México en el año 1967. Busqué sus textos, debo decir que me ruboricé al leer sus poemas, pero cuando vi lo escrito en la páginahttp://vamonosalbable.blogspot.mx/2012/11/salvador-novo-como-somos-los-mexicanos.html en la que transcriben el texto escrito a propósito del espectáculo de Luz y sonido de Teotihuacan, quedé asombrada. No cabe duda que fue un hombre bastante inteligente e ingenioso, con una gran capacidad de escritura y con grandes recursos perceptuales que le permitían observar, intuir y afirmar.
Bueno, estaba yo en mi reflexión acerca de Salvador Novo y su inclusión dentro de mi lista de intelectuales, cuando de repente, Isabel me tomó por sorpresa: “Vamos por el ratón, Ágata”. No pude rechistar, ni maullar ni lanzar un refunfuño. Me llevó a la parte trasera de la casa, ahí me soltó y quedé petrificada pues no comprendí qué es lo que pretendía. “Acaso espera que haga amistad con ese ser tan feo? Quiere que lo agreda, que lo cace o que me lo coma? No cabe duda que perdió la razón”, pensé mientras miraba al roedor. En cuanto pude regresé al interior de la casa mientras que Valentina no paraba de ladrar. ¡Qué espanto! Nunca había estado en una situación igual. Luego, mis mamis dijeron que soy una gatita balín. “¿Qué dijeron de mí?”, me pregunté con mi curiosidad característica y luego de un rato lo entendí: Se supone que yo debo cazar ratones… Mmmh, qué mal. A mí solamente me gustan las aves. Además, no pretendía opacar a Valentina, que se portó como lo dice su nombre. ¡MIAAAUUUU!

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