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miércoles, 28 de febrero de 2024

DORMIR TEMPRANO… ¡MIAU!


  
Los seres nocturnos son los que viven de noche, como los búhos, murciélagos, ratones, grillos gatos y Tere, entre otros.    Mi gordis anda siempre, durante el día, cansada y adormilada, pero en las noches se llena de energía.  Tere solía comentar lo siguiente para dispensar su fatiga diurna: “en mi otra vida, seguramente fui veladora o serena”.

 

   Desde anoche, las luces en mi palacio se apagaron un poco más temprano.  No estuve muy de acuerdo porque mi gordis, que es nochera por naturaleza y por ello, hemos aprendido a jugar, saltar, corretear y divertirnos hasta altas horas nocturnas, nos interrumpió para apaciguarnos.

   Hace un mes, aproximadamente, la tocaya de la antigua reina, me refiero a Ágata I, llamó a mi gordis para proponer la participación en una carrera.  “No te preocupes, Tere, yo sería tu guía”, dijo Águeda. 

   Tere, desconsolada por la ausencia de nuestro sir Gerald, pensó que esa era una señal de nuestro amado ausente para continuar con las caminatas.

   Yo le he observado, veo con curiosidad cómo recorre la amplísima estancia, va y viene muchas veces, a tal punto que temo vaya a desgastar mi hermosa, elegante y carísima duela.

   Ayer mi gordis caminó como siempre, la diferencia fue que desde las 10:30 nos advirtio: “Chicos, apúrense a cenar.  Jueguen un ratito y a las 11:30 nos subimos.  Debemos dormir bien e intentar conciliar el sueño más temprano”.

   Yo corría sobre el césped de mi amplísimo jardín, olía el aroma de las flores que, por la noche, incrementan su fragancia, además de respirar el frescor del ambiente.  Interrumpí mi carrera, casi pierdo el equilibrio, volteé hacia el interior del palacio y ahí la vi, regordeta y agitada, “Debemos intentar cambiar nuestros hábitos, tendré que madrugar el fin de semana”.

   Yo respiré profundamente, aspiré y llené mis pulmoncitos del aire externo a mi mansión y lo retuve, intenté mantenerlo lo más posible, pues tuve que entrar un par de horas antes de lo acostumbrado.

   En fin, subimos y ¡vaya que nos costó esfuerzo conciliar el sueño!  No me sentía cansado, me puse a contar ratoncitos.  Yo creo que al paso de unas dos horas logré dormir, eso lo calculo porque alcancé a cazar 7,200 roedores… ¡MIAUUU!

 

Mis agradecimientos estóicos.

   Agradezco por la existencia de mis seres queridos, los que están aquí y los que ya trascendieron; agradezco por la amorosa compañía de mis mascotas; agradezco por continuar aquí y agradezco por este día.

 

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