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viernes, 15 de marzo de 2024

RIESGO EN MI PALACIO... ¡MIAU!

   


  Desde hace unas semanas mi gordis ha disminuído su actividad principal, ya no mastica todo el día, lo hace en horarios establecidos por ella misma y lo ha reducido a diez veces cada 24 horas. 

   La mañana de hoy, cuando bajé con mi hermosísima bata azul celeste y me introduje en la cocina, sólo encontré una taza, avena, almendras y arándanos.  Mi gordis estaba ahí, el refrigerador cerrado y, en respuesta a mi cuestionamiento, me confesó que no había desayunado aún y que lo que la obliga a detener su compulsión mandibular, es que ahora mis hermanos siguen su ejemplo; “Tommy, los príncipes mastican todo el día.  No sé cómo contenerlos, parecen aspiradoras y las croquetas se acaban muy pronto”.

   Yo le aseguré que “pondría patas en el asunto”, que pensaría en una manera de controlar la alimentación de los habitantes de mi residencia, pero sería después de comer mi tazón de croquetas, beber  mi copa de leche y deleitarme con los pedacitos de jamón que tanto me gustan.

   Una vez que terminé de engullir mi delicioso desayuno, mientras tomaba un palillo, pregunté a Tere cuál es el problema.  Ella respondió: “¡Los gatis comen mucho todo el día y el monedero se vacía! Bueno, creo que comen más que la gordi-secre”.

   Al escuchar esa aseveración, tuve un movimiento involuntario que provocó que me picara el paladar.  “¡Qué terrible! Debemos organizar mejor los gastos!”, dije con dolor bucal y gran preocupación mental. Controlé mis emociones a través de respiraciones profundas, descendí del horno y me dirigí a mi elegantísima habitación para arreglarme. 

    Bajé pausadamente las escaleras, pensaba en la forma de dirigirme hacia mis tragones hermanos, a mi enorme secretaria y a los dos humanos. 

   Con mi corona colocada en el punto exacto de mi redonda y copetona cabecita, me acerqué al trono; al sentarme, pedí al marqués que acomodara bien mi capa para que no se estropeara y lancé un maullido para convocar a la totalidad de quienes viven y comen en mi palacio.

   Nos reunimos en mi salón de juntas, cada uno se acomodó en su lugar y al estar presentes, comencé por el saludo real; miré a cada uno de los tragones, tomé aliento y dije: “Estimados habitantes, tenemos un problema grave, nuestro ilustre apellido está en riesgo.  Los conmino a ejecutar las acciones que sean necesarias para continuar con nuestros apellidos y eso dependerá del dominio de ustedes, del establecimiento de horarios y gramaje en las comidas y refrigerios.  De no ser así y ustedes continúan con la competencia de inflar las barrigas, ya no seremos Cuevas Camarillo, sino Koblenz.  Además, nos apodarán muy feo, con el mote de “los devoradores” … ¡MIAU!

 

Mis agradecimientos estóicos.

   Agradezco por mis seres queridos, los que están aquí y los que ya trascendieron; agradezco a mi hermano por su apoyo y preocupación constante; agradezco a mis hermanas, primos y tía porla comunicación continua; agradezco a mis mascotas por su dulce compañía, agradezco por la emotiva visita de Elenita, agradezco por continuar aquí y agradezco por este día.  

3 comentarios:

  1. Muy bonita historia Teresita, gracias por compartir

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  2. Me traslado a ese momento con cada uno de los personajes

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