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miércoles, 3 de abril de 2024

MI GORDIS vs BURÓCRATAS, ¡QUÉ MIEDO!.. ¡AUXILIOOOOO!

 


   Aún no me repongo del todo, es que la impresión, el impacto, el pánico que se desató en mi hermoso y peludo cuerpecito fue gigantesco, enorme, colosal. 

   Todo inició el último martes de marzo, cuando el marqués intentó hacer una cita en la Secretaría de Relaciones Exteriores, para tramitar los pasaportes familiares. 

   PRIMER TACHE PARA LA SRE: La página de internet no dio la opción de agendar cita y tuvimos que ir personal y gatonalmente para concertarla, pero tampoco fue posible.  Un empleado, muy amable, nos dijo que del internet no había posibilidad de agendar, pero que eso se hacía a través del what´sapp.  Ya de regreso en mi palacio, Marlon hizo las maniobras, quedó fecha y hora para el trámite.

   Al descargar los formatos, leyó a mi gordis que para los discapacitados “hay descuento del 50%”, se debía llevar un documento en que se confirme la discapacidad y el recibo bancario del pago, además del pasaporte vencido y la C.U.R.P.

  El lunes 1º de abril despertamos al amanecer, desde el domingo nos preparamos para la desmañanada pues iríamos a la Secretaría de Relaciones Exteriores, a las instalaciones de Eduardo Molina para, al fin, obtener el pasaporte.

   Mis dormilones hermanos y mi agotada mami Ariel no se movieron, ellos anteponen su descanso a cualquier oportunidad de distracción fuera del palacio.  Yo desperté un poco más tarde que mi gordis, cuando abrí mis enormes y bellos ojos tomasinos Tere ya estaba bañada, escuchaba noticias y daba los últimos retoques a su añoso rostro.

   Yo me estiré, aspiré conscientemente una buena cantidad de aire, lancé un suspiro y di un salto al suelo.

   Llegó Marlon, el marqués, al palacio.  Nos saludó, a mí me hizo una reverencia y besó mi peluda y acolchonada patita derecha y nos dijo: “Según el dato que arroja mi aplicación, haremos unos quince minutos para llegar a nuestro destino”.

   Los tres abordamos el auto, yo iba en el bolsillo del enorme pantalón de mi gordis, que es mi preferido porque me introduzco, acomodo mi cuerpecito y asomo la cabeza de tal manera que puedo ver lo que mi gordis no y me convierto en su informante, por ejemplo, le digo “Tere, más adelante hay un hoyo, da un paso a la derecha para esquivarlo” o “Gordis, a dos pasos está la puerta de entrada del coche”.

   Bueno, ya estábamos en las oficinas de la secretaría, llegamos a tiempo para la cita y cuando llamaron a mi Tere, el empleado le dijo que el documento que llevaba en el que se explica que tiene una discapacidad  visual no es válido.  Mi gordis respiró profundo, como le he recomendado, y preguntó la razón al tiempo que comencé a percibir opresión en mi cuerpo porque su volumen se incrementó, yo asomé la cabeza y dije la frase de David Banner “No la provoque, no es ella cuando se disgusta”.

   SEGUNDO TACHE PARA LA SRE La respuesta del empleado fue la siguiente “No es un documento del DIF ni la tarjeta de “bienestar”.  El color de ojos de mi gordis se encendió, la cólera subió hasta su cabeza junto con su sangre, los cachetes se inflaron y escupió la siguiente respuesta: “Yo soy una discapacitada productiva”.

   TERCER TACHE PARA LA SRE Las mentiras escritas sobre el supuesto descuento carece de la advertencia de que es requisito indispensable el pertenecer al listado de discapacitados que reciben el irrisorio apoyo gubernamental que, por cierto, sale de los impuestos que a mi gordis y a todos los demás sectores minoritarios que trabajan y producen, les son descontados periódicamente..

   Yo desconocí a mi gordis, salí del bolsillo de su pantalón antes de asfixiarme porque ella no cabía dentro de su pantalón, estaba verdaderamente indignada, enojada, frustrada, encolerizada y sobre todo, decepcionada de la supuesta inclusión, porque no sólo le ocurrió a ella; el marqués comentó que también habían salido cual Hulk, otra mujer más viejita que mi Tere y una mujer trans..

   Como dice la canción de Alberto Cortez “eran tres”, tres energúmenos que, transformadas en seres incontrolables por la humillación a la que se vieron expuestas, comenzaron a vociferar, aventar sillas, escritorios y a dar golpes a todo lo que encontraron a su paso.  Al término del arranque de furia, las tres lloraron mucho, la decepción al percatarse de la insensibilidad de los “normales” es indescriptible, al menos eso dice mi gordis, que busca creer que hay buenos sentimientos y empatía en otros.  Yo la consolé, le recordé que tiene gran cantidad de amigos que la aprecian por lo que es en sí misma y no por su condición. 

   Creo, ideo, opino y considero que estas políticas de engaño en las que se involucra a los sectores minoritarios, me refiero a los discapacitados, a personas adultas mayores, a los de diferentes preferencias de género, entre otros, no son más que burdas habladurías  que a la hora de brindar el apoyo efectivo, lo que resulta es una práctica de mayor discriminación y desprecio hacia quienes, de por sí, viven con desventaja… ¡MIAU!


 

 

Mis agradecimientos estóicos.

   Agradezco a mis seres queridos, los que están y los que no, por brindarme su valor y coraje ante situaciones que, como la expuesta arriba, me enfrentan, enojan pero no me abaten; agradezco a Marlon por su compañía y apoyo paciente; agradezco a mis mascotas por el amor, ternura y acompañamiento continuo; agradezco por continuar aquí y agradezco por este día.

 

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