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martes, 26 de marzo de 2013

¡MIAUU! ¡UN TRISTE FINAL PARA ESTE MARTES!


No cabe duda, la vida nos ofrece un cúmulo de experiencias que vale la pena recordar y aprender de ellas.  Hoy fue un día fuera de serie, esto significa que no fue una nimiedad.  A mis pocos años de vida he recorrido calles, colonias, me he enfrentado a los peligros de la noche y del día, a las diversiones y a situaciones que me implican verdaderos retos. 

Hoy martes, sólo le faltó ser 13 para poder decir que fue un día de mala suerte.  Hoy me vacunaron y me inyectaron un desparasitante.  Fue una experiencia terrible, indignante y humillante pues mi mamá me puso dentro de una bolsa de mandado, de esas que lleva al mercado, como si fuera yo un pedazo de carne…  Lo que la obligó a realizar tal acto fue el hecho de que, valerosa como soy, enseñé mis afilados colmillos al doctor, le maullé amenazante y lo vi con tal fiereza, que estoy segura, lo asusté.

   Pero eso fue después de haberme ido de polizón en el coche, recorrimos calles en el vehículo; yo iba calladita, escondida en la parte trasera del automóvil.  Al llegar a nuestro destino, me metí en el bolso de mi mamá, que estaba abierto y es muy grande.  Subimos unas escaleras, tocaron un timbre y salió el mismo hombre joven que va los domingos a recoger a mis sobrinos.   “Debe ser mi hermano”, pensé y, como estaba en familia, asomé la cabeza y maullé como forma de saludo.   

--¡Ágata, qué agradable sorpresa!—dijo él con asombro.
   Bueno, estuvimos ahí gran parte de la tarde,  comimos alimento japonés e hicimos un recorrido por la historia de la música universal, pues nos deleitamos con melodías africanas,  medievales, virreinales y popular que relata la historia de los Estados Unidos de Norteamérica y de México; a mi mamá le encantó, por eso él le prestó unos discos.  Estábamos muy a gusto, pero comenzó a nublarse el cielo, así que mis mamis dijeron que era mejor que regresáramos a nuestro hogar.  Yo estaba feliz en ese momento y ratifiqué mi parentesco porque, como yo, mi hermano es muy buen anfitrión.

   Al llegar a la casa, comenzó mi calvario porque nos encontramos con el doctor y sucedió lo que narré al principio.  Ya terminado el espantoso encuentro con las jeringas, entramos y mi mami me dio unos premios por mi valor.  Me sentí reconfortada en parte, porque con unas botanitas no iba a olvidar el trago amargo.   “En fin, que piense que con esto la perdono”, pensé con desdén. 
   Mi otra mami tomó el periódico y leyó un encabezado, era un reportaje del periodista Víctor Hugo Michel y dijo:

--A ver, pongan atención porque esto es grave. Les voy a leer.
      Nos sentamos alrededor de ella, yo estaba sobre la mesa, Valentina a un lado de mi  mami y mi otra mami en un sillón individual.  Comenzó la lectura y me fui erizando, mis pupilas se iban dilatando y la repulsión me provocó asco.  El texto era acerca de la importación equina para su sacrificio.  Se relata la forma tan inhumana en que los caballos son trasladados a México en tráilers, la manera en la que los privan de agua, alimento y un espacio para moverse; también se narra la forma tan despiadada y abominable en que los ejecutan.  Los hacen sufrir demasiado antes de matarlos y ¡ESO NO SE VALE!
  
   Quedé profundamente triste, no imaginaba que pudiera existir tanta maldad en las personas.  Sé que hay mucha gente en el mundo, que la sobrepoblación es abrumadora, que las necesidades de alimentación son crecientes,  que hay muchas formas de abuso, que la explotación de los recursos es alarmante, que hay crueldad y desensibilización en bastantes individuos.   Pero lo que no puedo comprender es la causa, el origen de la voracidad de esos monstruos.
  

Apelo a las organizaciones ciudadanas, a las personas del mundo que intentan hacer el bien a los demás, incluyendo a los niños, los ancianos y a los animales,, los seres más indefensos y vulnerables del planeta.  El llamado es para que hagan algo con la finalidad de preservar una vida digna para todos.

   Por eso, por lo que experimenté de doloroso este día, no me despido con un Miau, sino con un ¡SNIF



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