Como buena lectora
de periódicos, reconozco que hay buenos
y no tan buenos diarios y lo mismo opino de los columnistas. Me deleita disfrutar la lectura de las
columnas de Guillermo Saad, Rafael Cardona, René Avilés Fabila y Pepe Grillo.
Hoy mi reflexión va
dirigida hacia el escritor y periodista Guillermo Saad, por quien siento una
gran simpatía aún sin haberlo conocido.
Mis mamis dicen que es muy agudo y perspicaz; yo agrego a esos
calificativos que, además, es sensible y empático.
Bajo el título de Odio, el escritor aborda temas escabrosos, interesantes,
medulares y de otros tipos con un estilo
singular, con ironía y agudeza. Debo confesar que desde mi posición de
felina, la lectura de sus opiniones me produce desde una profunda y repugnante
indignación hasta la más sublime relajación. Esto lo logra, desde mi punto de vista, por su sensibilidad exquisita.
En su artículo de
hoy, escribió acerca de la paternidad de la Leyenda de La Llorona, que yo
desconocía porque mi mami nunca me ha hablado de ella y al leer acerca de sus
gritos lastimeros, me ericé de terror.
Después, con su chiste, debo confesar que no lo entendí, ¿qué tiene en
la punta de la lengua? “Se debe referir
a un modo de hablar, a una acepción del mensaje, porque no creo que se pueda
sostener algo con la punta de la lengua, ni siquiera una de mis botanitas”,
pensé.
Después y casi por
último, transcribió una carta. Yo estoy
de acuerdo con todos los que defienden a las minorías, también a los que
defienden a los animales y a la humanidad en su totalidad. Yo creo que los individuos que se dedican a
escribir a favor de lo justo son lo mejor que puede haber, como es el caso de Guillermo Saad, quien cada sábado, con sus
textos, me impulsa a seguir escribiendo y luchando
como una guerrera.
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