Mi abuelo fue un
hombre letrado, era periodista y gustaba de la literatura. Nos platicaba y relataba acerca de varios
textos, era un erudito, así como yo.
Bueno, recuerdo que
era muy pequeñita, tendría unos cuantos mesecitos de nacida, cuando platicó a
mi hermano acerca de los beatniks. En ese tiempo yo era una cachorra, así que no
presté interés y me distraje con facilidad.
Pero en mis investigaciones acerca de la clasificación generacional, recordé
a mi abuelo, sus charlas y vi los libros que tengo en mi estudio. También revisé el internet y encontré información que, estoy segura, mi
abuelo habría podido darme con sólo haber maullado.
La generación beat
se caracterizó por un estado de rebeldía, por un cuestionamiento a las
estructuras establecidas a partir del término de la 2º. Guerra Mundial. Se cree que había cierta incertidumbre por lo
que duraría el mundo, y se manifestó por un derroche de holgazanería, una falta
de proyecto de vida, la carencia de expectativas y se ensalzó la vida en los
excesos, alcohol, droga, sexo. Los
hombres vestían pantalón de mezclilla y chamarra de cuero mientras que las
chicas se vestían con mallas cortas que llegaban abajo de la rodilla, también con chamarra
y el cabello alborotado, se subían a unas zapatillas altas o bien, andaban descalzas.
Esto es algo curioso,
pues quienes representan a esta
generación en lo que a la literatura se refiere, fueron personas con gran poder
económico y cultural. Me refiero a Jack Kerouac, William Burroughs y
Charles Bukowuski.
Yo, gatita linda y educada, sentí
desconfianza cuando indagué acerca de los hábitos de los beatniks, que es el
mote peyorativo con el que se denominó a
esta generación. Gracias a mi valentía,
me atreví a investigar y comencé a leer uno de los libros de Jack Kerouac
(1922-1969) titulado En el camino y
en el que relata las experiencias de él como trotamundos.
Aquí, que es mi
diario íntimo, confieso que me produjo un sentimiento de anhelo, Debe ser grandioso vivir en la aventura, estar
todo el tiempo en la incertidumbre y a
la expectativa. Lo único que no me
agrada es el consumo de sustancias ni la promiscuidad. Creo que la vida de Jack Kerouac debió ser
difícil, pues nunca se sintió a gusto consigo mismo. Por eso, yo me conformo con la aventura
diaria que consiste en salir por la
ciudad, observar a la gente, a los animales que van en los parques o que están
en las casas, los niños y jóvenes cuando hay luz; desconocer el contenido de
mis latitas es otro evento que me causa intriga, pero tengo la certeza de que mi mami me alimentará, que tengo un cojín o
una cama para dormir… Y a propósito de dormir, estoy cansadita, ¡MIAAUU!
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