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martes, 25 de noviembre de 2014



   Me he sentido un poco fatigada y por esa razón no había escrito.  Fíjense que había pensado ya en dejar de hacerlo, es que no hay cosas que me motiven a expresar mis sentimientos y reflexiones que emanan de mi enorme, bella y peluda cabeza.  Hace un par de meses que decidí no escribir y ahora, que intento hacerlo nuevamente, debo confesar que a pesar de ser genial, divina, erudita y sabia, me cuesta trabajo hilar ideas; y eso que no ingiero  productos tóxicos, ¡miau!

   Bueno, en este tiempo me he dedicado a reflexionar acerca de la vida, de los generosa que ha sido conmigo porque además de ser inteligente, hermosa, sabia, culta, sana, y que tengo  una vida feliz, sé que hay miles, millones de mininos, de seres humanos, de otras especies animales que sufren porque viven en situaciones de marginalidad, de desigualdad, de carencia de salud y de precariedad económica. 
    Como felina letrada que soy, no ignoraba eso, pero creo que no había recapacitado acerca de la magnitud del problema. 

   Mi mami ha perdido más visión y yo, me solidarizo con ella; si ella se siente triste, yo la consuelo y le digo que puede hacer lo mismo que antes, aunque de otra forma; mi papi le recomendó utilizar su máquina para escribir en braille, pero no sirve porque no alcanza a escribir los renglones completos y ella se enoja.  Pues bien, tuve una grandiosa idea, cosa que no me cuesta trabajo alguno, modestia aparte: ella habla y yo, escribo.  Así pues, ella retomó el hábito de imaginar.  Esa es mi mami, casi tan fuerte, valiente, congruente y tenaz, aunque le falta la elegancia, la genialidad, la hermosura, la majestuosidad y la sabiduría que me caracterizan.

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