Me he sentido un
poco fatigada y por esa razón no había escrito.
Fíjense que había pensado ya en dejar de hacerlo, es que no hay cosas
que me motiven a expresar mis sentimientos y reflexiones que emanan de mi
enorme, bella y peluda cabeza. Hace un
par de meses que decidí no escribir y ahora, que intento hacerlo nuevamente,
debo confesar que a pesar de ser genial, divina, erudita y sabia, me cuesta
trabajo hilar ideas; y eso que no ingiero
productos tóxicos, ¡miau!
Bueno, en este
tiempo me he dedicado a reflexionar acerca de la vida, de los generosa que ha
sido conmigo porque además de ser inteligente, hermosa, sabia, culta, sana, y
que tengo una vida feliz, sé que hay
miles, millones de mininos, de seres humanos, de otras especies animales que
sufren porque viven en situaciones de marginalidad, de desigualdad, de carencia
de salud y de precariedad económica.
Como felina
letrada que soy, no ignoraba eso, pero creo que no había recapacitado acerca de
la magnitud del problema.
Mi mami ha perdido
más visión y yo, me solidarizo con ella; si ella se siente triste, yo la
consuelo y le digo que puede hacer lo mismo que antes, aunque de otra forma; mi
papi le recomendó utilizar su máquina para escribir en braille, pero no sirve
porque no alcanza a escribir los renglones completos y ella se enoja. Pues bien, tuve una grandiosa idea, cosa que
no me cuesta trabajo alguno, modestia aparte: ella habla y yo, escribo. Así pues, ella retomó el hábito de
imaginar. Esa es mi mami, casi tan
fuerte, valiente, congruente y tenaz, aunque le falta la elegancia, la
genialidad, la hermosura, la majestuosidad y la sabiduría que me caracterizan.
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