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viernes, 16 de enero de 2015

TRISTEZA... ¡MIAUU!

    Mi mami está muy mal, atraviesa por esos caminos oscuros que erizan mi pelo…  Yo no sé cuál es el problema, ella debe conformarse con lo que tiene, me refiero a su visión deficiente, aunque no es lo de menos porque yo quisiera que pudiera verme tal como soy, así hermosa, majestuosa, divina, elegante…
   La observo silenciosamente cuando está en sus etapas, imagino cómo debe sentirse.  Sobre todo cuando la escucho decir que no está conforme con su vida.  Me provoca gran dolor, ¿Cómo explicarlo?  Quisiera poder regresar el tiempo a cuando todo se originó, pero de eso hace ya muchos años.  Ella era una niña, según dice, era una niña aún cuando aquél terrible accidente del que, afortunadamente para mí, logró salvar la vida.
   Hoy está de nuevo llorando, yo quisiera abrazarla, besarla y regresarle lo que la vida le quitó y a otros le da a manos llenas.  Por desgracia, no tengo el poder. 
   He reflexionado mucho acerca de lo que le ocurre, creo que esto debe ser normal en todos los discapacitados.  Se acostumbran a vivir con las funciones que tienen intactas, desarrollan estrategias de compensación pero nunca podrán suplir las que no existen.  Por ejemplo, a mí, que soy ágil por naturaleza, me pregunto qué haré cuando mis peludas patitas no puedan servirme para saltar las bardas.  Me aterra pensarlo, creo que tal vez utilizaré una escalera.

   El secreto, para ser feliz y estar conforme con lo que le toca a una es no querer lo que no se podrá obtener, sino valorar lo que se tiene.  Ese es el consejo que le doy a mi mami, ¡miau!

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