Ya son muchos días
de verlo aquí, en mi residencia… Ya me sentía fastidiada de su presencia y cada
vez que topo con él, sobre todo cuando sube a mi mesa, lo echo de mi preciado
espacio. Ya lo he escrito antes, estoy
enojada y muy, muy celosa. Cada vez que
escucho a mi mami gordita decirle “MI REY”, siento que los cabellos se me erizan,
que pierden su brillo y sedosidad, que los ojos se me oscurecen y luego se
tornan rojizos, como si se llenaran de sangre y que el color esmeralda que
antes tenían, pigmentan mi cabellera y me transformo en la versión gatuna y
femenina de Hulk. Yo lo detesto, como
dicen los humanos “no puedo verlo ni en pintura”.
Bueno, creo que al
fin comprendió que no es bienvenido aquí, porque desde hace algunos días
encontró la forma de salir de mi palacio.
Escala por la ventana, sube a la barda, de ahí a la cornisa y por
último, un salto a un árbol. Cuando mi
mami, la cincuentona, lo buscó hace algunos días, dijo: “Creo que Trotsky salió
y no alcanzo a verlo”. Debo decir, con
algo de vergüenza porque soy delicada y fina, que me dio gusto, pensé que era
buena combinación un gato callejero y una dueña corta de vista. “¡Por fin!”, pensé con alegría, “¡Ya se fue
de mi casa! Soy tan poderosa, inteligente, intimidante, fuerte, poderosa, fina,
agraciada, hermosa y divina, que se sintió agobiado que no pudo más!”. Mis mamás estaban muy preocupadas, la mayor,
porque pensaba en que no les pertenece y no sabría qué decir a mi hermano: la
cincuentona, porque dice quererlo… “¡Traidora!”, pensé con indignación.
Ya estábamos por ir
a dormir cuando, de repente, escuchamos que alguien estaba tocando la
puerta. Mi mami abrió y la sorpresa fue
mayúscula cuando vi a mi enemigo ahí. “Ni
modo, este gato regresó”, me dije y luego de verlo un rato y gruñirle, me
pregunté cómo habría hecho para salir y regresar por sí solo. Es que yo soy tan dependiente… Bueno, creo
que se debe a que él ama la libertad de andar por las calles, tal como yo lo
hacía antes… Eso me entristeció un poco, porque ahora que soy una reina añosa,
solamente salgo con mi mami.
Pero el espíritu aventurero
de Trotsky es de llamar la atención, por eso le reconozco su valor. Así que le dedicaré una canción que creo que
le queda como anillo al dedo. ¡MIAAUUU!
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