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sábado, 28 de mayo de 2016

TROTSKY AMA LA LIBERTAD!!! YA LO EMPIEZO A ADMIRAR, AUNQUE EN EL FONDO, LO DETESTO!!!....¡MIAAUUU!





   Ya son muchos días de verlo aquí, en mi residencia… Ya me sentía fastidiada de su presencia y cada vez que topo con él, sobre todo cuando sube a mi mesa, lo echo de mi preciado espacio.  Ya lo he escrito antes, estoy enojada y muy, muy celosa.  Cada vez que escucho a mi mami gordita decirle “MI REY”, siento que los cabellos se me erizan, que pierden su brillo y sedosidad, que los ojos se me oscurecen y luego se tornan rojizos, como si se llenaran de sangre y que el color esmeralda que antes tenían, pigmentan mi cabellera y me transformo en la versión gatuna y femenina de Hulk.  Yo lo detesto, como dicen los humanos “no puedo verlo ni en pintura”.
   Bueno, creo que al fin comprendió que no es bienvenido aquí, porque desde hace algunos días encontró la forma de salir de mi palacio.  Escala por la ventana, sube a la barda, de ahí a la cornisa y por último, un salto a un árbol.  Cuando mi mami, la cincuentona, lo buscó hace algunos días, dijo: “Creo que Trotsky salió y no alcanzo a verlo”.  Debo decir, con algo de vergüenza porque soy delicada y fina, que me dio gusto, pensé que era buena combinación un gato callejero y una dueña corta de vista.  “¡Por fin!”, pensé con alegría, “¡Ya se fue de mi casa! Soy tan poderosa, inteligente, intimidante, fuerte, poderosa, fina, agraciada, hermosa y divina, que se sintió agobiado que no pudo más!”.  Mis mamás estaban muy preocupadas, la mayor, porque pensaba en que no les pertenece y no sabría qué decir a mi hermano: la cincuentona, porque dice quererlo… “¡Traidora!”, pensé con indignación.
   Ya estábamos por ir a dormir cuando, de repente, escuchamos que alguien estaba tocando la puerta.  Mi mami abrió y la sorpresa fue mayúscula cuando vi a mi enemigo ahí.  “Ni modo, este gato regresó”, me dije y luego de verlo un rato y gruñirle, me pregunté cómo habría hecho para salir y regresar por sí solo.  Es que yo soy tan dependiente… Bueno, creo que se debe a que él ama la libertad de andar por las calles, tal como yo lo hacía antes… Eso me entristeció un poco, porque ahora que soy una reina añosa, solamente salgo con mi mami.
   Pero el espíritu aventurero de Trotsky es de llamar la atención, por eso le reconozco su valor.  Así que le dedicaré una canción que creo que le queda como anillo al dedo.  ¡MIAAUUU!

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