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viernes, 10 de junio de 2016

¡ÁTENLA!... ¡MI MAMI ESTÁ INCONTENIBLE!... ¡NO ME VAYA A TIRAR A MÍ TAMBIÉN!... ¡MIAUUU!





   Los episodios de locura que sufre mi mami son recurrentes, sus síntomas también aunque varían, es decir, alunas veces está “como león enjaulado”, iracunda y gritona, me hace pensar que mi mansión es un calabozo.  A finales del año pasado y principios de este, le dio por tejer, lo hacía incansablemente, experimentaba solamene porque no pudo concluir ningún suéter y yo era feliz, porque tenía todo el estambre para morder y perseguir. 
   Hacía tiempo que no aparecía esta fijación, la de intentar dar orden a mi estudio.  Desde la mañana de hoy, cuando la vi arreglarse, noté en su mirada algo raro, estaba pensativa y algo distraída, no me saludó ni abrió la llave para que bebiera mi agüita matutina, no me dio mi comida como es su obligación antes de ir a laborar, no se despidió.  “Mmh, qué raro!” pensé con curiosidad, “Qué estará tramando ahora?”.
   El paso de las horas y la desagradable presencia de mis lacayos, me refiero a Trotsky y Ariel, me hizo olvidar el hecho, pues estuve ocupada vigilando que no irrumpieran en mis espacios ni que comieran mi alimento, que mi mami elegante no les hablara con cariño y que la chica que vive aquí no jugara con ellos.  Bueno, llegó la hora en que regresó mi mami cincuentona a la casa.  Yo estaba tan agotada de mi labor que dormía plácidamente sobre el sillón, la escuché saludar, abrí los ojos, la miré y los cerré de nuevo.  No tenía humor de saber qué es lo que le pasaba, pues se veía exaltada.
   Cuando cayó la lluvia y se hizo de noche, ella arremetió contra mi estudio. “¡NOOOO!”, pensé con indignación, “ESE ES MI ESPACIO!”
   Ahora la veo, sigue como desquiciada, sacando libros, engargolados, cuadernos, todo mi tesoro… Su excusa: “Son libros viejos, nos pueden hacer daño”.
   Debajo de mi sedoso cabello, mi piel se ruboriza de coraje.  ¿Quién le da el derecho de depurar mi biblioteca?  
    En fin, la dejaré que haga lo que quiera, al final, tendrá que asumir su culpa y yo tendré peldaños para reflexionar.  Sólo espero  que no me confunda y me vaya a tirar… ¡MIAUU!

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