Malo, pensaba que
mis preocupaciones y enojos estaban pasando, que habían culminado cuando vino
mi papi y me felicitó por lo bien que escribo: “Qué bárbara, Ágata. No cabe duda que escribes muy bien, haces
tantas maravillas que, si no fuera porque tengo principios, ya te habría
llevado a exhibir como un gato fuera de serie y seguramente tendríamos mucho
dinero y fama”,me dijo. Cada palabra
expresada por el gatote era un dulce para mis delicados y sensibles oídos, lo
escuché y miré con reconocimiento, pero la verdad, soy tan digna que no mostré
el menor gesto de vanidad guardé la
compostura y solamente me erguí y lo miré con mis enigmáticos ojos verdes.
Esa sensación de
bienestar, felicidad, plenitud y satisfacción originada por el alimento
emocional y el conreto, me refiero al que entra por mi pequeña y linda boquita,
lograron que los estorbosos y entrometidos cachorros, además de Ariel, me
fueran más tolerables. Había dejado de
correrlos, de mirarlos con desdén y ya hasta permitía que durmieran junto a mí,
cuando mi papá dijo: “Mira, Ágata, este enlace es para ti, para que expreses lo
que piensas respecto a la noticia que te envío”. Yo supuse que sería algo relacionado con el
alza de precios, que no se había visto desde hace más de una década, o de mi
acertada propuesta para el presidente Peña para solucionar los problemas
económicos de México.
La noticia fue
acerca de una golpiza. La expresión me
cambió cuando leí el contenido. Sentí
que la sangre me hervía, que los ojos me iban a estallar y que me transformaba
en un ser distinto y feo. Después, al
terminar la lectura, reflexioné acerca del contenido, que a continuación
narraré.
El gato de una
joven activista a favor de los derechos de los animales se extravió. Ella salió a buscarlo junto con su perro,
preguntó a un vecino si el gato estaba en su casa y éste le contestó que no,
pero su perro entró al domicilio del sujeto, quien pateó al can. Ella indicó al tipejo que era malo y, en
respuesta, recibió una golpiza. ¿Quiénes
la golpearon? Pues el ente con su
engendro, es decir, el sujeto y su hija…
La verdad, estoy
triste. No me gusta que la gente se
porte así, porque creo que todos los seres vivos somos susceptibles de
derechos, tenemos derecho a respirar, a beber, a comer, a sentir, a ser felices,
a estar tranquilos, a tener seguridad, a que nos cuiden, a cuidar, a estar
protegidos, a dormir, a estar calientitos, a recibir educación, a tener buen
trato, en una palabra, a vivir.
Con gran decepción
del comportamiento de algunos humanos, me siento aliviada de saber que al
menos, los que son buenos son más. Espero que a esos viejos jijos y a las
autoridades jijas se los lleve el diablo!!!
¡¡GRRRR!!
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