Mi huelga de
hambre, la bandera rojinegra en la puerta, mis súplicas y exigencias surtieron
efecto. Llevaba yo dieciocho días sin
comer, mi cabello otrora sedoso y brillante, se tornó seco y opaco, mis ojos no
cambiaron en su apariencia porque son bellos, mi mirada, antes dulce, se volvió
violenta, amenazadora. Ya estaba a punto
de estallar, de dar un salto y sorprender a mi mami con una acción que nunca ha
imaginado. Cuando preparaba mi ofensiva
por la indiferencia de mi mami, llegó del centro comercial con un montón de
latitas y sobres.
La verdad, creí que
soñaba. No podría creer que la gordita
Queta se hubiera conmovido y hubiera puesto en acción su empatía, pues si hay
algo que la caracteriza es su necedad.
Quedé parada observándola a distancia, no quería tener decepciones ni más tristezas. Me llamó con dulzura, como antes lo hacía: “¡Ven,
Agatita! Mira lo que te traje”, dijo mientras colocaba las bolsas sobre la
mesa. De un brinco, me coloqué junto a
los ruidosos plásticos, husmeé un poco, me asomé, olí el contenido y me percaté
que era verdad. “¡¡De nuevo tengo mis
latitas!! Mi mami me quiere mucho”, pensé con alegría.
Una vez guardadas
las latitas en su lugar, me cargó cariñosamente y me dijo: “Ágata, debes tener
en cuenta que esto es un sacrificio para mí, que estoy limitando gastos para
darte lo que tú necesitas comer. Como yo
hago este acto de solidaridad hacia ti, te digo que tú tienes la obligación de
no ser grosera con los cachorros ni con Ariel, la doncella”. La miré fijamente con mis expresivos ojos, mi
mirada violenta se fue disipando hasta extinguirse y tornarse tierna. “No te lo prometo, pero haré el intento”,
respondí con sinceridad. “Está bien,
querida Ágata, con saber que harás el intento y que lo lograrás porque eres una
gatita especial y muy linda”, me dijo mi mami con ternura y dio un beso en mi
delicada, redonda y perfecta cabeza. Yo
ronroneé y ahora ¡SOY DE NUEVO FELIZ!
Creo que es un buen
ejemplo de lo que deberían hacer los políticos en México respecto al
gasolinazo; no establecer acuerdos de protección, porque eso no son más que
acuerdos que no se sabe si hay el compromiso real de las empresas para
disminuir sus ganancias. Lo que deberían
hacer todos los políticos es disminuir sus ENORMES SALARIOS, sus bonos, sus
dietas, sus seguros médicos, etc. Con
eso se podría tener mayor estabilidad económica en un país tercermundista,
emergente, subdesarrollado, en vías de
desarrollo o como le quieran llamar.
¡MIAU!
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