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domingo, 8 de enero de 2017

¡¡DESCENSO SOCIAL Y ECONÓMICO!!.... ¡MIAAAUUUU!




  2017 es el año en que cumpliré mis quince; por un lado, me siento feliz, ansío el día de mi fiesta y espero que todo lo que haya de comida y cariño sean para mí solamente.  Ya me harté de los cachorros y de mi doncella, lo malo es que mi mami no se atreve a despedirla, aunque haga cosas tales como salir en la noche –acción que una señora decente no haría—dejando solos a sus hijos.  El hecho de ser grande me provoca un ejercicio de memoria emocional, esa que he reprimido desde hace algún tiempo para no entristecerme porque creo, vamos en picada, y lo peor es que no es culpa de nadie de los que me rodean, sino del mal uso de los impuestos (tributo) que pagan los esclavos.
 Llevo alrededor de diez años viviendo aquí.  Antes, yo estaba en otro país y mi papá me daba la gran vida: comodidad, lujos, caprichos, viajes y todo cuanto un gatito pueda desear en el mundo.
   Recuerdo que cuando abordé el último avión, yo iba pensando que llegaría temporalmente a un sitio, que ahí tendría el mar de frente, que me echaría al lado de mi papi o bien, sobre la arena y ahí observaríamos la puesta de sol… INGENUA!!!  Llegamos a una casa linda, en la que había dos mujeres y dos perritas chihuahua!  Observé  a las dos mujeres.  La mayor, elegante y distinguida, dijo a mi papá: “Está bien, hijo.  Aquí puede quedarse mientras Griselda se restablece” y la otra, una mujer rechoncha y ordinaria, decía: “¡Qué bueno, bienvenida Agatita”.  Recuerdo haber pensado que ella era la criada de la casa, que sería quien haría todo para que yo estuviera como en mi hogar: tendería la cama, limpiaría mi arenero,  lavaría mi bebedero y mis platos de comida, me pondría el mantel, me rascaría la panza, etc.
   Mi hermano, aquél que me había regalado a mi papá-tío dos navidades antes, también estaba ahí.  Como había pasado algún tiempo de aquél suceso, yo lo había olvidado pero al ver su rostro casi tan perfecto como el mío, pensé: “Mmh! Yo lo he visto antes, tal vez me pidió un autógrafo o que me sacase una foto con él, MIAUU”, estoy con gente que me aprecia y valora mi felina majestuosidad…”
   Bueno, pues me hice a la idea que estaría aquí temporalmente y vi con buena cara a las mujeres, aprendí a convivivr con las perritas Greta y Valentina, de vez en cuando les daba unos manazos para que supieran que debían atenderme y respetarme porque llegué para ocupar  el puesto más alto en la jerarquía de las mascotas: LA CONSENTIDA. 
   A mí siempre me ha gustado la comida buena, no cualquier fritanga, sin menospreciar esos deliciosos sopes, quesadillas, tostadas, tacos, tamales, gorditas y demás cosas grasosas y picantes que come mi familia.  Yo era alimentada con unas latitas gourmette, que son pequeñas y muy caras.  A menudo, como forma de consuelo, escuchaba decir a mi mami que me compraba de esas porque “Ágata es mi reina” y yo asentía con los ojos, entornándolos mientras expresaba un gesto de satisfacción…  Así pasaron varios años, mi papi nunca regresó por mí pero yo estaba feliz porque había encontrado un reino en el que yo era la soberana y todos los demás, mis súbditos…
   Luego, mi hermano casó y hubo dos retoños; el primero nació en abril de 2009 y el segundo, en octubre de 2010.  Debo confesar que no me gusta la competencia, así que al principio, me sentí aterrada y una sensación de vacío inundó mi almita: ¡¡ya no era al única reina y debía compartir el poder, el cariño, la devoción y los satisfactores con otros!!!  Marqué mi territorio, cada vez que ellos me hablan o se acercan a mí, les respondo de forma airosa, así que me he ganado el respeto que los súbditos deben profesar hacia su reina.  Con esa acción, creo que había conseguido mantener mis privilegios, también el de las costosas latitas de alimento.    !!! 
   En abril de 2016 llegó el primer intruso, un gato gris llamado Trotsky, que me provocó temor porque era agresivo.  Se supone que él sería me guardaespaldas, quien diera su vida para salvar la mía en situaciones de riesgo, pero fue lo contrario: ¡¡¡YO ESTABA EN PELIGRO CON ÉL!!! Recuerdo que si lo veía en el área en la que yo estuviera, debía cuidarme porque seguramente me corretearía y no era para jugar.  Afortunadamente, se fue de la casa, creo que no le satisfizo lo suficiente…”Miau”, pensé con tranquilidad a los siete días de su ausencia, “Creo que ya no volverá, podré volver a mi vida interesante, lujosa, de reflexión”
   Después llegó una doncella, creo que mi tío pensó en mí y en mis comodidades, tal vez creyó que el hecho de que hubiese quien hiciera las acciones que a mí me correspondían en la casa, era una buena opción y una demostración de amor hacia mi gatuna vida.  “¡¡Yo no necesito que me ayude nadie!!!”, recuerdo haber expresado con desdén y rechazo mientras observaba con mis grandes y bellos ojos a la nueva empleada.  Pero no escucharon mi opinión.  El lado amable de ello fue que conservaba mi status de reina, consentida y caprichosa como soy… mi mami  destinaba el mejor alimento para mí, las latitas gourmette continuaban llegando a la casa. 
   En julio de 2016 escuché a mi mami decir: “Creo que Ariel, la doncella, está preñada.  Esperaremos a que nazcan los bebés para llevarla a esterilizar.”.  Recuerdo también que la miré con curiosidad y asombro “Qué es eso de estar preñada?”, pregunté con inquietud, pero nadie me respondió.  Lo fui notando con el transcurso de los días, tiempo en que mi doncella se inflaba como un globo.   El 3 de septiembre de 2016 estalló, de repente escuchamos un grito de dolor y recuerdo haberme alterado; con temor, me dirijí al cuarto en el que se encontraba metida y ahí la vi, acostada y amamantando a cinco criaturas pequeñísimas. 
   En ese entonces, aún comía mis latitas y mi mami, la gordita, comenzó a racionar el alimento.  La escuché decir; “Bueno, pues ya somos tantos y el precio de la comida es tan alto, que haremos la prueba.  Cambiaremos a comer latitas menos caras, además, para los cachorros habrá sopa, porque debo darles fórmula a los bebés”. 
   Ahí comenzó mi calvario y mi descenso mayor.  Las latitas eran una comida para mí, que soy la reina.  Por qué habría de dejarlas?  Yo estoy acostumbrada a lo mejor y ni siquiera me preguntó si quería una doncella y menos, si estaba de acuerdo en tener más compañeros.    La sustitución fue buena, pues la imagen del gatito que está en las latas, se parece un poco a mí, pero nunca será de mi estirpe, por supuesto.  “Está bien”, recuerdo haber pensado, “haré el favor de comer esta comida porque el gato es tan parecido a mí, que de seguro deben ser sabrosas, nutritivas y además, son más grandes”.  Mientras tanto, la comida que dan a los cachorros es sopa con algunos sobrantes de comida, Mantuve mi jerarquía gatuna! Durante algunas semanas, porque después las latas fueron sustituidas nuevamente por sobres, esos que no me gustan y ahora, ¡¡¡con la mezcla de sopa y alimento!!  Esto es una falta de respeto, consideración, empatía, solidaridad, agradecimiento y no sé cuántas cosas más!
   Al inicio de este 2017, la cosa fue para peor:  la convulsión social que ha originado el llamado gasolinazo, el alza de precios en todos los bienes y servicios, el mal gobierno, los políticos voraces y la pobreza de mi pobre mamá gordita, me hacen llorar.  Por eso, creo que el sistema que rige gran parte del mundo debería ser diferente, más humano y gatuno, más considerado, repartir las riquezas entre la población y dar a los empleados un mejor trato, mayor salario, que los empresarios tengan un poco de empatía hacia sus trabajadores y no los vean como máquinas, sino como seres que dignos y a partir de ello, mejorar las condiciones laborales de los asalariados; y de los políticos, ¡qué decir? ¡¡¡Que los cambien a todos!!!  ¡¡¡GRRRR!!!
 

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