Todo se lo debo a
la gordis y a una amiga suya, que es elegante, creo que yo debía ser hija de
esa amiga de mi ordinaria mamá. Bueno,
pero de cualquier manera, yo la quiero mucho porque siempre piensa en mí,
procura satisfacer mis necesidades como, por ejemplo, esas deliciosas latitas
llenas de comida suave y deliciosa que ingiero con mi singular elegancia.
Bueno, hace unos
días sonó el teléfono y después de hacer un breve intercambio de mensajes, me
dijo: “Ágata, vendrá Mary Carmen para traerte tu edredón, lo elegí
especialmente para ti”. Abrí mucho mis
enormes y aceitunados ojos, miré a mi mami con curiosidad y entusiasmo, me
sentí halagada y valorada, pues soy la única a quien compra cosas. “¡Un edredón, qué rico, podré acostarme,
girar, hacer maromas y todas las gracias que puedo!”, pensé con inquietud. Sentí que el tiempo se detuvo, la espera fue
larga para mí, anhelaba escuchar el “din-don” del timbre y logré mantener esa
actitud a pesar de que había ruido y ajetreo en la casa, pues mi mamá está
arreglando también mi biblioteca, los
discos, los papeles y no sé cuántas cosas más, todo para complacerme y
que pueda estar cómoda en mi palacio.
Cuando al fin sonó
el timbre, salió mi fodonga mamá, yo sentí vergüenza, pensé que la amiga
creería que se trataba de mi servidumbre, pero afortunadamente, no fue así.
Yo salí para ver el regalo que mi mamá había encargado para mí, una
bolsota con una deliciosa colcha… “Mmmh”, pensé con emoción “Que ya se apure a
traérmelo”, di una vueltecita por mi amplio jardín, desfilé frente a la amiga
de mi mamá para que me viera y surtió efecto, pues escuché la pregunta: “Es
para ella? ¡Se lo merece, está muy
bonita!”; mi mamá asintió.
Entré a mi mansión y esperé a que la gordis
también lo hiciera. Luego, con ansiedad
incontrolable, indiqué que abriera la bolsa.
Deslizó con lentitud el cierre, yo estaba desfalleciente de la emoción
sacó un enorme manto lleno de aves… No di crédito a lo que veía, era como el
cielo al amanecer, los cantos de los pájaros vinieron a mis peludas y delicadas
orejitas. Ahora, sólo falta que la
coloque en mi cama para poder cazar esas bonitas figuritas aladas. No cabe duda que en verdad, soy ídolo de mi
mami… ¿MIAU!
No hay comentarios:
Publicar un comentario