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sábado, 7 de julio de 2018

LOS COLCHONES, LA PIS Y MI GO


RDIS… ¡MIAUUU!

   De un tiempo para acá me ocurren accidentes involuntarios, cuando estoy, por ejemplo, sentada meditando sobre una mesa, al levantarme hay un pequeño charco y eso me altera, no sé qué ocurre y me asusto mucho.  Pienso que  eso no salía así de mi cuerpo, yo controlaba el trayecto hasta el arenero y ahí me sentaba, dejaba salir la pis y luego, como gatita elegante y majestuosa, la tapaba con mis acolchonadas y peludas patitas.
   Debo estar envejeciendo, creo.  Ya me cuesta trabajo subir a la mesa de la sala, lugar destinado a que me admiren y desde el cual puedo dominar la sala de mi mansión y dirigir a mis lacayos para que monten un espectáculo para mí, correteándose de un lado a otro, haciendo piruetas y giros.  Los miro y con añoranza pienso: “Si eso yo lo hacía, por qué ahora me cuesta mucho subir a esta mesita?” y una tristeza acompañada de dolor en mis huesitos, me invade.  Otro ejemplo es ayer en la noche, cuando mi mamá dijo su acostumbrado llamado a la cena:
“¡Chicos!” y todos corrieron  en tropel, entusiasmados, llorones, la rodearon mientras ella mostraba una latita, de esas que me encantan.  Volteó hacia mí y me dijo con cariño: “Ven, Agatita, mira que aquí está tu cena”, al tiempo que la servía en mi grande y brillante plato.  No hice el intento de subir, le indiqué que me por me lo diese en el piso, me sentía agotada y adolorida.  Bueno, ella, como mi fiel y leal compañera, comprendió mi instrucción y sirvió mi plato en primer lugar, después se dirigió a donde estaban mi doncella y los lacayos para servirles en ese orden porque, dice, la mamá es primero.
   En fin, estoy segura de que el paso del tiempo nos debilita físicamente, nos hace más vulnerables a los enemigos externos, nos vuelve frágiles ante las situaciones difíciles pero lo bueno es que mi mami me comprende y apoya.  Una señora le dijo que mejor me tirara a mí y a mi servidumbre, que es mucha lata estar  previendo en qué lugar me ganará y que seguramente mis lacayos y doncella, como me admiran, me imitarán.  Ella de inmediato dijo: ¡NO! Yo los quiero mucho, cómo podría deshacerme así tan fácil de quienes me han dado su cariño en reciprocidad? Cómo si estamos acostumbrados a vivir en familia?”  
   Sé que este tipo de situaciones se presentan  también entre las personas, cuadro hay alguien que envejeció, que no controla esfínteres, que se vuelve malcriado, lo echan a la calle, es decir, lo internan en un asilo.  Yo creo que eso es lo más despiadado que se puede hacer a otro ser, porque lo que nos dio cuando fue joven y fuerte marcó  el trayecto de nuestra vida. 
   Por eso, me siento orgullosa de que mi mami esté dispuesta a poner plásticos sobre las camas, las mesas, las sillas, los sillones en detrimento de la estética de la mansión.  Un MIAAAAUUUUU! De reconocimiento para ella.

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