REFLEXIONES SOBRE MI VIDA… ¡MIAUUUUU!
Mi anterior
publicación la dediqué a hablar sobre las herencias… Reflexiono sobre ellas y
hago el recuento de mi vida.
Yo nací de una
gatita callejera, adoptada por una familia que amaba a los gatos. Cuando era muy pequeña, mi hermano Emilio me
llevó a una casa, la de mi tío, en la que viví durante un tiempo y luego, en su
compañía, fuimos a los Estados Unidos.
Yo quiero mucho a mi tío porque me dio la oportunidad de conocer más
allá de las fronteras, de aprender inglés y de vivir otro estilo de vida.
Los fines de
semana, mi papá me llevaba a la casa de mi abuela, que después se convertiría
en mi mamá elegante. Ahí era una
verdadera aventura semanal, había un canario y una perrita, Charly y Greta,
ambos adorables y cariñosos, creo que ellos me enseñaron a ser compartida,
generosa, ágil y optimista.
Así, mis primeros
meses fueron llenos de felicidad y gozo, ¡yo tenía un palacio para mí
solita! Mi tío, que entonces consideraba
yo como papá, me cumplía todos mis
caprichos y yo corría por los pasillos de ese enorme recinto. Una vez a la semana iba mi tía abuela,
Imelda, a admirarme y darme sus respetos.
Así inicié una vida de majestad.
Cuando tenía cerca de dos años, mi papá
decidió llevarme a los Estados Unidos, arregló mis papeles, fuimos al doctor
para que me pusiera vacunas que me preservaran de enfermedades propias de aquel
país. Llegó el día ansiado y arribamos
en otro lugar.
Después, en enero de 2007 regresé a mi
país. Estuve varios años, desde enero del 2007, como reina en la mansión en
la que habité hasta marzo del 2020. Ahí
viví muchas experiencias gratas, aventuras
muy excitantes y emociones extremas.
Respecto a mi
regreso a mi terruño, fue una experiencia difícil al inicio, pues aunque yo
conocía a los integrantes de la familia, a Greta, a Charly, a las que se
convertirían en mis nuevas mamás y a mi hermano, no estaba acostumbrada a pasar
con ellos más allá de un fin de
semana. Al principio me mostré seria, distante, no confiaba en que
ellos pudieran darme el cuidado, amor, sapiencia y cultura a la que yo estaba
habituada y, menos aún, no sabía si serían capaces de convertirse en mis súbditos.
Al cabo de unas
semanas logré adaptarme gracias a mi fuerte personalidad. Poco a poco fui aprendiendo lo bueno que cada
uno de ellos tenía, obtuve su atención, cariño, cuidados y, sobre todo,
alimentos sabrosos, como las paletitas de cajeta que mi cincuentona mami me
compraba. Nos hablábamos en secreto,
porque ella no quería darle botanitas a los demás y me decía con voz baja: “Si
quieres tus botanas, dímelo en secreto, querida Ágata”; entonces yo entornaba
mis verdes y brillantes ojos y le susurraba un “miau” casi inaudible…
Trepaba a todos
lados, los libreros de mi biblioteca fueron testigos de mis lecturas y
reflexiones, de mis enfados y mis alegrías, de mis siestas y mi dominio.
A lo largo de mis
dulces casi 19 años he tenido muchas satisfacciones, tales como viajar, conocer
y explorar diferentes contextos, escuchar y aprender de los míos, tener dos
mamás que son diferentes pero complementarias en mi educación y caprichos,
ambas me daban lo que yo exigía.
Luego, con mí
querido hermano Emilio, viví aventuras extraordinarias y no olvidaré que fue él
quien me rescató cuando regresé a la casa muy lastimada de mi bello y frágil
cuerpecito. Mis mamás me llevaban a que
me hicieran las curaciones dos amables médicos que, con cuidado y dulzura,
limpiaban mis heridas. Así pasaron
alrededor de 60 días y nunca platiqué a nadie sobre el infeliz animal que me
lastimó. Eso me lo llevo yo porque
constituyó un evento frustrante y doloroso.
En 2008 mi hermano
casó y mi primer sobrino nació en abril del siguiente año. Fue asombroso observar y acompañar el
crecimiento de ese cachorro humano.
Año y medio después, en octubre
de 2010, llegó otro que, por cierto, se parece a mí en el color de los ojos,
aunque son menos intensos. Con ambos disfruté la vida porque mis mamis,
Emilio y mi cuñada les enseñaron a darme lo que yo merecía: TODO.
En junio de 2019 y
un mes y medio después, las misiones de mi mamá elegante y mi hermano
culminaron. La tristeza inundó mi
mansión. Yo estaba desconcertada, no
comprendía la razón por la que se habían ido y fue por la valiosa intervención
de mi familia, amigos, mi papá y una tanatológa, que mi mami gordis me explicó
y reconfortó. Había que aprender a vivir
de otra manera, sin las personas que amamos enfrente, pero con ellas dentro del
corazón.
En marzo de 2020
nos mudamos. Llegué con una nueva
familia, mi cincuentona, mi cuñada y mis sobrinos adorados. Bueno, además de mi séquito.
Ariel, Boti, Kahil, Tommy y Fanny, cada uno de ellos con un cargo para garantizar mi bienestar.
Me he dedicado a
repartir amor, sabiduría, belleza, gracia y he sido ejemplo de elegancia, compasión y comprensión hacia los demás. He cumplido mi misión, mi propósito en la vida
fue el de dar amor a los demás, aprender a comportarme como una dama, ser una
gatita culta y, al igual que mi hermano y padres grandes, a dejar huella para ser recordada con valentía
y amor.
Mi herencia es para quienes me conocieron y amaron, el
recuerdo de las aventuras, las charlas,
las críticas, la sabiduría que me caracterizan, además del infinito amor que
tengo hacia los míos.
A Fanny, mi
guardaespaldas, le heredo este blog.
Ella es joven e impetuosa, espero que pueda continuarlo dignamente,
aunque la verdad, lo dudo porque es extremadamente ingenua y un poco
torpe. Sin embargo, ha sido
completamente leal a mí desde que llegó a la casa.
Hace una
semana comenzó todo. Mi organismo apresuró su deterioro. Mi cuñada y mi mamá, que me adoran, me
llevaron de inmediato a la clínica. Ahí
la doctora me trató con cariño y dio medicamento. Hice esfuerzos y me restablecí.
Hoy, después de varios años de vida, mi cuerpo
dejó de funcionar. Sé que mi mamá, mi
cuñada y mis sobrinos me extrañarán
porque no tendrán mi hermosa figura a su lado, pero también sé que a partir de
ahora, mis nuevos compañeros serán los que se fueron ya. Eso me resulta emocionante porque a mi hermano y a mi mami elegante los podré ver
de cerca, escucharé sus charlas verdaderamente importantes y podré estar,
además, con mi abuelo, el señor de voz grave a quien tanto quiero. Creo que la emoción me inunda y ahoga…
Veo llorar a mi
mami, me dice palabras que cada vez son más lejanas, como si me estuviera
alejando, un calorcito se apropió de mi negro y sedoso cuerpo, siento cómo se
van aflojando mis peludas patitas, mi hermoso cuerpo y mi sabia cabeza…
Llevo encomiendas,
mi mami me ha pedido que busque a mi familia, que ronronee a Emilio, mi
mamá y mi abuelo, que además busque a
mis tíos Zoila, Arturo y Leonardo, además de que le brinde cariñitos a mi
bisabuelita. Como soy sabia y mi memoria
funciona a la perfección, además de ser inteligente e intrépida, estoy segura
que en un lapso de instantes lograré cumplir los encargos… ADIÓS, MIAU…
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