Páginas

martes, 9 de febrero de 2021

SOÑÉ A MI TÍA ÁGATA… ¡QUÉ EMOCIÓN... ¡MIAUUU!


 Anoche, como todas las noches de mi vida, dormí profundamente.  Mi lugar favorito para descansar es sobre un mueble que está en el comedor y sirve para almacenar algunos de los alimentos que mi mamá y Marlon ingieren.  A mí me gusta ese sitio porque está alto, calientito y lo suficientemente ancho para que yo pueda estirarme, acurrucarme, rodar o correr mientras sueño.

   Bueno, como les comentaba, ayer me acosté y mi sueño fue extraordinario: ¡APARECIÓ ANTE MÍ LA ELEGANTE Y SABIA TÍA ÁGATA!  Ella se presentó joven, de cabellera negra y sedosa, sus enigmáticos ojos verdes; me miró con ternura y me dijo “Boti, tú eres el único que puede continuar mi diario, te he observado durante algún tiempo y llego a la conclusión que el único que podría continuarlo eres tú, por tu elegancia”.  Yo me sentí agobiado, no comprendí qué es lo que quería decirme porque sí soy lindo, tierno, platicador e inteligente, pero nunca como ella.  Se lo expresé y agregó que cuando yo colocara mis peludas y grandes patitas sobre el teclado, ella estaría cerca para conducir mis pensamientos.  Eso me reconfortó en parte, porque ahora estoy seguro que es ella quien guía el movimiento de mis huellitas.  

   “Lo primero que debes hacer es cortarte las enormes garras”, dijo con voz imperativa, “después, piensa que tú serás la imagen de mi sitio, por lo que debes cuidar mucho tus expresiones, pues este diario debe contener enseñanzas trascendentales, tales como los resultados de tus reflexiones sobre la vida, los acontecimientos, los eventos importantes, etc.  Para tratar de igualarme, debes pensar que te heredo mi elegancia, mi sabiduría, mi majestuosidad, mi dignidad y mi gran poder de liderazgo”. Se levantó y, apoyada en sus dos patas traseras, elevó su brazo derecho, acto seguido, apareció entre sus deditos una varita larga, dorada y con una estrellita en la punta.  Luego, me dijo: “Inclínate, que te voy a nombrar Príncipe Botitas I”.  Así lo hice, cerré mis ojos mientras ella me delegaba todo el poder de su realeza felina.

   Luego, al terminar de transmitirme una serie de indicaciones para dar a conocer sus reflexiones combinadas con las mías, jugó un rato conmigo, corrimos, nos escondíamos y saltábamos de un lado a otro, subíamos las escaleras, salíamos por la ventana y volvíamos a entrar a la casa, nos bañamos, comimos y, por último, se colocó a un lado mío y me invitó a dormir.  Ambos cerramos los ojos, yo estaba feliz y me sentí muy protegido y amado por mi tía.  Al despertar, abrí mis grandes ojos azules, estiré mi peludo y cansado cuerpo por la diversión de la noche, volteé hacia todos lados, pero ya no la encontré.  Creo que esta fue una experiencia sensacional que me da la seguridad para hacerme cargo de este diario… ¡MIAU!

No hay comentarios:

Publicar un comentario