ENTRE AB
Aunque todos los seres vivos tienen su importancia y misión en la vida y por más que me preparo con los cuatro principios estóicos que procuro seguir, no logro comprender cuál es su función, si es la de plagiar tesis, la de entorpecer, poner piedritas y rocotas en el camino, entre otros horrores.
Como no tengo claro el campo de acción y función de los “licenciados”, busqué en mi computadora y encontré dos escuelas que anuncian la profesión como una carrera generosa, llena de bondad y gran compromiso hacia el ejercicio de los derechos individuales, en la que señalan como lo más importante del quehacer legal es brindar asesoría para que las personas vulnerables (sus contratadores) logren un estado de vida dentro de la legalidad.
De nueva cuenta, hoy tenía que salir a encontrarme con mi abogado, el que está a cargo de todos los asuntos de mis bienes. Como estoy un tanto harto de la lentitud que implican los trámites en las oficinas a las que he ido y del gran revuelo que implica mi presencia, evito salir a recibir aplausos, ovaciones, regalos y otras expresiones de admiración hacia mi gatuna majestad, confié la tarea a la Princesa María, a la gordis y a Kahil.
Salieron más temprano para prevenir el tráfico que encontraron ayer y tuvieron la oportunidad de tomar un desayuno ligero en una cafetería cercana a la oficina a la que irían.
Ellas acompañaban al Príncipe Kahil, a quien otorgué la responsabilidad de ser mi apoderado legal y solamente tendría que plasmar su huellita para aceptar el cargo y continuar, así lo pensaba, el lunes próximo, con la tortuosa ruta que se inició en el mes de junio del año pasado con la finalidad de dar ejecución a lo escrito en el documento de Teresa I (qpd).
Elegí a Kahil como mi apoderado porque es un príncipe arrojado, él no se queda con dudas, es irónico y, sobre todo, vela por mis intereses, tal y como lo deben hacer los abogados.
A eso de las 12:00 regresaron a la residencia. Los tres tenían caras largas, su desaliento era enorme, balbuceaban cosas sin sentido, tuve que echar un rugido como el de león para coptar su atención, los invité a respirarhondo y contar hasta 100 con lentitud. Luego, pedí a Marlon que les sirviera sendos vasos con agua y se sentaran.
Ya tranquilos, dije: “Los escucho, miau”.
Comenzó el relato, quien tuvo la voz cantante fue Kahil. “Pues las cosas, tal y como las esperabas, mi Rey, no salieron; puse mi huellita en el papel, dijo el abogado que se debía esperar un tiempo más para que el trámite que hoy se inició, el del documento que me diste en junio del año pasado, sea legal, grrr”.
Fruncí mi peludo entrecejo, mis ojos destellearon de ira, mi pelaje se erizó y pregunté, después de respirar hondo para controlar mi furia: “Y entonces?”.
Kahil, la Princesa María y la gordis cantaron con voz acongojada, una canción del sabio Juan Gabriel: “Será mañana, pasado mañana, el lunes o el martes, será cualquier día, en cualquier instante…¡MIAUUU!”
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