PASEO DE LA REFORMA, EL TRÁFICO, PENSIONISSTE Y MI PRIMERA SALIDA EN LA BOLSA DE LA GORDIS… ¡MIAU!
Hace ya muchos días que mi mami no se levantaba tan temprano. Bueno, le digo mami por costumbre y para que se sienta feliz, es la gordis. Siguió la rutina de siempre, bajó a calentar agua, después sus medicinas, el baño diurno, se arregló, desayunó y cuando llegó mi tío Marlon, se dispusieron a salir.
“Acaso estoy pintado?”, pregunté con desdén. Entonces, mi gordis se sobresaltó, recordó que ahora yo soy el rey y que me deben pedir permiso para ejecutar cualquier acción.
Entonces mi mami, cariñosa, me dijo con ternura que tenían que salir del Palacio para llevar a cabo unos trámites porque ella está en proceso de jubilación. Como se dice vulgarmente, “me hice el interesante” y puse una condición: saldrían solamente si me llevaban con ellos.
La gordis, con preocupación, dijo que eso sería difícil porque los gatitos no podemos entrar en las oficinas públicas; Marlon propuso que me llevaran en mi automóvil, “aunque la desventaja es que ocupa mucho espacio”. A mi gordis se le ocurrió, entonces, una idea fascinante: “Está bien, te llevaré en mi bolsa”.
De un salto, me introduje y me acomodé en medio de una botellita de sanitizante, un monedero, un estuche de goma de mascar sabor menta suave y unos pañuelos desechables.
El trayecto fue largo, tanto que dormí más de una hora, hasta que llegamos al destino: las oficinas de Pensionisste.
Desperté, elevé mi cabeza para asomarme y mirar el mundo a mi alrededor. ¡Qué belleza de avenida! No sabía que mi reino estuviera así de grande, es que nunca lo he recorrido en su totalidad.
Unas palabras dirigidas a la Cámara de Senadores, exigencias del Sector Salud para mejorar condiciones de clínicas y hospitales, para incrementar los insumos médicos…
Di un tope al brazo de mi gordis y ella me preguntó si estaba todo en orden, si requería algo como unas caricias o estirar mis patitas. Contesté que solamente quería saber si es mi obligación dar solución a las peticiones de esas personas.
Ella sonrió y me dijo: “No, cariño. Aquí ya no es tu reino. Disfruta la vista de la avenida y los edificios. El presidente aseguró que las condiciones de clínicas y hospitales estarán como las de Dinamarca dentro de poco tiempo”.
Me sentí aliviado porque en mis dominios no hay este tipo de manifestaciones, mi reino marcha bien, sin problemas y con grandes alegrías.
Estuvimos un buen rato en el edificio, mi mami sentía congelarse porque permaneció a la entrada mientras mi tío, ágil y diligente, tuvo que completar documentos.
Regresamos y al abrir la puerta de mi residencia, Fanny, emocionada cada vez que nos ve, nos recibió a lengüetazos.
Yo salí de la bolsa, me estiré, limpié mi hermoso pelito y reflexionó sobre lo buen rey que soy porque mis decisiones son siempre atinadas… ¡MIAU!
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