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lunes, 22 de mayo de 2023

¡CUIDADO CON LA GORDIS CUANDO SE TRANSFORMA!... ¡MIAU!

 



 

   No sé si les he comentado que mi gordis tiene una discapacidad, yo la conocí así y llego a la conclusión que esa es su esencia natural: su vista, tal y como su volumen, es gorda y no es que ella “se haga de la vista gorda” como usualmente se dice cuando alguien dice no haberse dado cuenta de algún error cometido por un tercero.  Ella está imposibilitada para leer y escribir en el tamaño convencional que todos podemos hacerlo en mi palacio. 

   El miércoles pasado ella me avisó que iría al día siguiente a la Dirección de Educación Especial y yo quise acompañarla porquqe aún no he logrado comprender a qué rayos se refiere eso de educación especial, porque yo creo que todos somos especiales, únicos, genuinos y originales.

  La noche del miércoles, subí mis amplias escaleras, me dirigí a mi lujosa habitación y ahí  me propuse dormir de inmediato para despertar al amanecer,; así fue.  Abrí mis enormes y tomasinos ojos al momento en que el sol se asomó por mi ventanal.  Me alisté y no desayuné para no tener contratiempos en el camino, me introduje en la enorme bolsa que llevarían el conde y mi gordis y, sin que se dieran cuenta, me fui sin avisarles.

   Bueno, sentí que subimos a un coche, que me adormecí en el camino y de repente, que una mano elevó la bolsa. “Llegamos a la dirección, voy a asomarme para ver cómo es”, planeé y cuidadosamente para que no se dieran cuenta, saqué mi cabeza y ví el enorme edificio al cual ingresaron la gordis y el conde.  Hubo preguntas breves emitidas con gentileza y yo ví cómo mi gordis se iba ensanchan do, temí que fuera a reventar, yo me asusté y exhalé un maullido muy leve pero mi Tere logró escucharlo, entonces dijo al conde “Oye, Marlon, creo que alguno de los gatis se metió en la bolsa.  Hay que revisarla”.  Acto seguido, el conde abrió el costalito y al posar su mirada sobre mis bellos ojos, lo único que atiné a hacer fue sonreírle y entrecerrar mis “ojos chinos”, es que tengo las pestañas rizadas.

   Bueno, abordamos un elevador y luego fuimos a una ventanilla, ahí le indicaron a mi gordis que debía firmar tal  como está su trazo en la credencial de elector.  Nunca había visto a mi gordis tan asustada, no alcanzó a ver cómo está su firma y solamente preguntó al conde “El trazo se ve redondeado?” y él asintió.  Recibió un papel y luego abordamos otro vehículo, yo creí que ya íbamos de regreso a mi mansión.  En el trayecto, mientras disfrutaba yo del paisaje citadino, escuché a mi gordis comentar sobre lo bonito que está el lugar al que fueron.  Comprendí la razón de su ensanchamiento.

   Llegamos a un establecimiento en el que había mucha gente, todos con caras serias y una señorita a la entrada.  Ahí preguntó qué trámite se quería hacer y mi gordis, con una voz dulce y melodiosa, dijo que iban con un cajero; les dieron un papelito y se sentaron.  Yo iba todo agitado por el vaivén de la bolsa.  Luego, al pasar a una caja, yo estaba a punto de quedar dormido cuando escuché un grito, luego unas palabrotas y otras palabritas, pero el movimientocontinuaba.  Yo me alteré, no supe lo que había ocurrido porque solamente hablaba mi gordis, con una voz destemplada y fuerte.

   Ya en mi mansión, salí del bolso lleno de temor,  suponía que alguna metamorfosis se había llevado a cabo en ese sitio. 

   Primero, cerré mis ojos, los apreté mucho y después parpadeé con rapidez, con la finalidad de aguzar la mirada bajé mis párpados para que quedasen entrecerrados y observar con detenimiento el cambio ocurrido en Tere, pero no logré observar diferencia alguna, “¡Qué raro!”, pensé con curiosidad, “no ha engordado más, sus facciones y sus arrugas están donde  siempre; sólo se le ve enojada”.

   Finalmente comprendí lo que vivió como persona con discapacidad visual en un lugar en el que no hay las condiciones estructurales o de accesibilidad y el descuido del conde, quien la conducía.  Eso lo inferí después de escucharla decir al conde que procurara cuidarla cuando caminen en la calle y los establecimientos. 

   “Mmmmh, tendré que enseñarle las técnicas de guía en camino estrecho y camino ancho”, pensé, “también recomendarle al conde que imagine que su anchura corporal abarca el cuerpo propio y el de la gordis, esto será casi el ancho de una banqueta”.

   Por último, hago un llamado atento o mejor, exigente, para que las calles, jardines, patios, escuelas, edificios y todos los demás lugares se vuelvan accesibles y amigables para las personas con discapacidad visual además de la motora. ¡MIAU!,

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