Cada dos semanas, llega a la casa un cartón con 30 huevos y estos van desapareciendo poco a poco, yo creo que es porque nacen los pollitos y, como suelo tomar mis siestas matutinas y vespertinas, no me he percatado de ello.
La cosa es así, llegan los huevos en el cartón y el conde los distribuye en una canastita muy simpática, que parece un nido grande en el que se puede echar con comodidad una gallina o bien, yo.
Hoy, domingo con mucho calor, desperté temprano, me alisté para bajar y para ello me coloqué una bata nueva, color azul con un estampado de flores y aves. Me gusta mucho porque me recuerda mi bosque y mi enorme jardín.
Ya abajo, vi a mi gordis que comía con singular avidez unos tamales.
Cuando se percató de mi presencia, me ofreció una probadita de esos manjares, pero como yo sí cuido la curvatura de mi cuerpecito, rechacé su oferta. Luego volteé hacia la derecha y, sobre la mesita de la cocina, ví la canasta llena de huevos.
Después llegó sir Gerald, todos departimos con nuestra visita, le di los parabienes a sir Gerald por su restablecimiento y su saludable aspecto.
Ya en la noche, pensé que los pobres pollitos no han podido salir de su cascarón y quise ayudarles. Me introduje en la canasta después de contar cuántos nacerían, “Uno, dos, tres y dos son cinco, y tres, ocho y cuatro, doce. ¡Qué emoción!”, pensé con gran entusiasmo. “Voy a empollar los 12 huevos, miau!”
Con cuidado extremo, logré entrar en la canasta y cuando intenté acomodarme de tal manera que pudiese abarcar con mi cuerpo el total de los pollitos en potencia, la canasta se balanceó y yo, aterrorizado, salté para alejarme de ahí.
Un ruido marcó la diferencia entre el antes y el después. La canasta y los huevos quedaron en el suelo, los cascarones se rompieron y el contenido quedó sobre el piso.
Mi gordis, que estaba tendiendo la ropa, solamente preguntó qué se nos había caído, pero no obtuvo respuesta porque yo estaba realmente atemorizado y me había refugiado en el closet de mi enorme habitación. Sin embargo, creo que será mejor convvencerla de que, si nos dedicamos a la producción de polluelos,, debemos tener gallinas…¡MIAU!
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