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martes, 4 de julio de 2023

TERE, LA GORDIS, NO HA DORMIDO… ¡MIAU!

 


 

   Me he cansado de sugerir a mi gordis que deje de comer, sobre todo en la noche puesto que el tener el estómago cual globo, le impide descansar.

   Todos mis maullidos, ronroneos y gruñidos no han servido, lo mismo que los ladridos estruendosos de Fanny para contenerla cuando se dirige al refrigerador.

   Mi gordis come en todo momento y con cualquier pretexto, por ejemplo, si está triste, come para dar un toque de alegría y consuelo a su estómago que, una vez del volumen de una pelota, llega hasta su corazón y lo consuela; si se asusta por algún evento desconocido, come pan “para recoger la bilis”, si está alegre, come para celebrar su buen estado de ánimo; si se siente cansada, come para reanimarse; si está energizada, come para mantener el ímpetu.

   Anoche repitió la fórmula, comió desaforadamente tres sopes, dos flautas y un pambazo, eso sin contar el tarro de café con leche que bebió con una concha. 

   Subió a su cama, a la cual ya le pusieron soportes para evitar que alguna de sus patas se venza, a eso de las 11:30pm. 

   Yo subí mis amplísimas escaleras junto con ella, quería brindarle el apoyo que el Gato-Araña puede ofrecer a través de mi gran fuerza y agilidad.  Nos despedimos, entré a mi habitación y quedé dormido con gran rapidez. 

   En mis sueños, caminaba por mi bosque, aspiraba el olor de los árboles de eucalipto corría ligero por el pasto, perseguía ardillas que subían con mayor rapidez que la mía por los troncos De repente, un sobresalto, escuché gritos y gemidos lastimeros, como los de la Llorona.

   Abrí mucho mis hermosos ojos porque no sabía si esos alaridos habían sido la culminación de un sueño dulce que se transformó en pesadilla.  Agucé mis oídos, paré bien mis orejitas y las dirigí hacia todos lados.  Escuché pasos fuera de mi recámara, yo comencé a temblar.

   Después de unos minutos, de nuevo la frase lastimera con voz llena de congoja: “¡Ay, mi panza!”.

   Di un salto, abrí la puerta y me encontré ante una escena escalofriante: mi gordis, inflada, lloraba mientras caminaba unos cuantos pasos, se retorcía y quejaba.

   Bueno, ha bajado a la cocina tres veces más, pero ha sido ahora para beber agua tibia. Se siente mal, la escucho quejarse.

 

Miauuu!!!

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