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viernes, 25 de agosto de 2023

“SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA”, ¿LO PUEDEN CREER?... ¡MIAU!

 

  


En el mundo existen personas y animales muy poco modestos, se vanaglorian de acciones, logros y conocimientos que, , son temporales porque, como dice Mercedes Sosa en su canción, “Todo cambia”. 

   La humildad es una de las más grandes virtudes de los seres vivos,  y consiste en el reconocimiento de las propias limitaciones.

 

   Hoy toca escribir sobre el más humilde de los genios de la antigüedad,, el inmenso Sócrates, nacido en Atenas en 470 a.C. que murió al ser sentenciado a beber cicuta en el año 399 a.C.

   En su biografía, se dice que era un hombre rechoncho, de ojos saltones y descuidado en su arreglo personal.  Su importancia fue tanta que los pensadores filósofos de la antigüedad se dividen en presocráticos y socráticos y esto se debe a que él dio un giro en la reflexión filosófica  pues se centró en el humano y por ello se dice que su filosofía es antropológica. 

   Además, implementó el sistema o método denominado Mayéutica, cuyo objetivo era que los discípulos reconocieran su desconocimiento sobre un tema  para, después, permitiesen la  conducción hacia la verdad, de tal manera que sintieran que ellos mismos habían llegado al conocimiento.

   Hijo de una comadrona, intentaba replicar el proceso de alumbramiento a través de planteamiento de preguntas sobre un tema, encontraba ciertas algunas de las respuestas para que los discípulos experimentaran mayor confianza pero luego, al cuestionar los argumentos de los aprendices, los llevaba hacia el enfrentamiento de su ignorancia para, finalmente y también a través de interrogaciones, guiarlos hacia el “alumbramiento” de la verdad.

   Sócrates creía que la virtud, la felicidad y el placer se pueden hallar al transformar la forma de vida, las acciones e interacciones con los otros.  Afirmaba que un hombre sabio es virtuoso porque no hay mayor placer que observar la transformación en sí mismo y en sus amigos.

   Su pensamiento constituyó un peligro ya que en esa época Grecia participaba en batallas, lo enjuiciaron y condenaron a suicidarse.  Sócrates, tras demostrar la falsedad de argumentos legales en su contra, acató la sentencia porque, ante todo, era buen ciudadano.

  

   “Mmmh, imagino que un hombre genial daba poca importancia a su apariencia y figura, no perdía tiempo en vanidades”, pensé con admiración, “Espero que con tanto estudiar, como  lo estoy haciendo ahora, no me abandone a la fodonguez, miau”. 

Mis agradecimientos estóicos.

En primerísimo lugar, agradezco a Emilio su visita de anoche, agradezco la posibilidad de aprender, agradezco la felicidad que experimento cuando platico con mis seres queridos, agradezco por mi capacidad de elección sobre los temas que deseo aprender y por último, agradezco por este día.


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