Quise escribir desde temprano porque hoy fue un día excepcional, pero me encontré con que la apariencia de entrada a mi página cambió, no me refiero a la de este, mi diario, sino a la del lugar en que escribo.
Ya estaba todo listo, había estirado, ejercitado y separado mis deditos, había extendido y contraído mis garritas y había dado variosparpadeos para aguzar mi vista.
Hice el intento de escribir por mí mismo pues mi secre, por ser fin de semana, tiene libre sábados y domingos, y hoy lo destinó a ladrar, correr, jugar con sus juguetes, comer, hacer fiestas a sir Gerald y acompañar a mi gordis.
Bueno, regreso al tema de hoy. Una aplicación estoica a un problema digital. Resulta que quise abrir mi Word y me encontré con una página que no entendí, no quería que me saliera una ventana con una advertencia que, por cierto, no pude leer completa porque mi gordis tiene la compu con una configuración que divide la pantalla y no supe cómo salir de ella. Bueno, ante ese problema, pensé que sería bueno escribir en mi correo gatonal, pero no supe hacerlo, así que cerré mis ojos y pensé: “Esto no está bien. ¿Qué puedo hacer para solucionarlo? Ahora quiero cerrar el programa y la compu no me lo permite”. Respiré profundo cinco veces, oxigené mi cerebrito para que fluyera más sangre a través de él y se abriera mi mente para encontrar respuestas. “¡Ya sé! Descargaré otro programa, el Openoffice!”.
Hice la búsqueda, lo instalé, intenté abrirlo sin éxito, entonces apagué la compu y la dejé descansar unos minutos. Luego, al abrir la aplicación me dí cuenta de que había logrado mi objetivo. Lo malo de esta aplicación es que no tiene lectura en voz alta, así que no pudimos escuchar lo que había escrito, “¡Qué mal!”, pensé con un poco de tristeza, “Mi gordis no sabrá lo que hoy escribiré y, como soy muy generoso, quiero compartirle mis palabras”.
Quedé decepcionado, pero no vencido. Luego pensé que podría abrir un documento ya existente y ahí, solicitar uno nuevo y “¡Tarán!”, así lo hice y es un éxito.
No cabe duda, soy muy hábil y podría prescindir de los servicios de mi secre, pero ella es más inteligente, amable, linda, simpática, servicial y amable que yo, tiene muchas virtudes que complementan las mías… ¡MIAUUU!
Mis agradecimientos estóicos.
Agradezco por el reto que me implicó la redacción de hoy, agradezco por la mejoría de Gerardo, de Alfredo, de Yanín y de Chelita; agradezco por la valentía y resiliencia de Bere y René, agradezco por la comida de hoy, agradezco por la buena disposición de mis seres queridos y agradezco por el día de hoy.
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