Anoche nos subimos tarde, esto porque estábamos entretenidos jugando con unas bolitas sonoras que lanzábamos de un lado a otro. Cuando nos sentimos agotados, cenamos, bebimos un poco de leche y cada uno nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Mi pobre gordis tuvo que esperar hasta el momento de despedirnos para, después, revisar que no quedara nada fuera de su lugar y apagar luces.
Hoy, antes del amanecer, mis hermanos despertaron, bajaron al salón de juegos y ahí corrieron con gran ímpetu, dieron saltos y giros, practicaron el deporte extremo de escalar por los troncos que tenemos en mi palacio para ese fin y, tal vez, competían porque en un momento dado, se escucharon gruñidos y sus voces alteradas nos despertaron.
Tere abrió los ojos y al verme junto, respiró aliviada. “Al menos no eres tú quien está peleando, mi rey”, dijo y luego, con tono de preocupación, agregó: “Qué pasa?”. La respuesta fue una mayor confusión, el ruido de ira se incrementó y entonces ella bajó las escaleras.
Fanny y yo descendimos con ella, decidimos que la acompañaríamos pues corría peligro.
Mi hermano Kahil salió de la cocina, caminaba enfadado, ni siquiera volteó hacia nosotros y no dio explicaciones cuando mi secre le ladró para indagar sobre lo ocurrido. Luego, entramos en la cocina, ahí estaba Botitas que, despeinado y húmedo, seguía el trayecto de Kahil.
Mi gordis alisó con sus dedos el pelaje de mi ojiazul hermanote, mientras intentaba calmarlo expresando palabras tiernas en tono muy dulce, pero no obtuvo respuesta satisfactoria, Botitas continuaba colérico; mi gordis propuso un ejercicio de respiración y meditación, pero nada, Así, la calma habitual.de mi súper hermano se había extinguido, Boti estaba demasiado agitado, sus brillantes y azules ojos flameaba, era como si lanzaran fuego y su color se tornara rojizo encendido y entonces ella, con una voz imperativa, dijo así: “Si alguien quiere ocupar el segundo cargo en este reino, que lo demuestre no a través de la fuerza, sino de la razón”.
Salimos de la cocina, todo estaba en silencio y no había rastros del paradero de Kahil. Ariel, angustiada por el bienestar de sus peleoneros hijos, lloraba en silencio y entonces mi gordis la cargó, acaricio y dio un beso. “Arielita, tú eres la autoridad, no dejes que tus hijos peleen por el trono, aquí ya hay un rey”.
Yo me sentí seguro, cuento con la aprobación de mi gordis, del marqués, de mi secre y de mi reina madre sin tener que enfrentarme a mis hermanos. Yo sí soy líder de mi manada.... ¡MIAU!
Mis agradecimientos estóicos.
Agradezco por el contacto con mis seres queridos, agradezco por la posibilidad de pensar considerando a los demás, agradezco por la comida de hoy, agradezco por lacompañía de amistades y de mis mascotas y agradezco por este día.… ¡MIAU!
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