En mi carrera como cuentista, es necesario iniciar con humildad y por eso considero fundamental reconocer los dos errores cometidos en mis publicaciones anteriores. El primero fue al escribir el nombre de mi bisabuelo, el padre de Carlos Cuevas, que fue Alejandro Cuevas Gómez; y el segundo fue la omisión del nombre de la canción que tarareó Tere, es que canta tan mal, que olvidé escribirlo, la canción se llama Parole, que significa palabras.
Tenía que aclararlo porque, la verdad, no he podido descansar bien desde que mi tío Alfredo me hizo la observación.
Soy un gatito diestro, es decir, tengo mayor agilidad para tomar objetos, lanzarlos, cacharlos, patear, dar zarpazos, tomar la pluma, pasar las hojas y en fin, todas las actividades cotidianas con mi garrita y mi pata derechas. Sin embargo, el título no sería válido si fuese al revés y fuera, como en el caso de Fanny, zurdo.
Hoy estaríamos en la casa, no vino sir Gerald y no salimos a recorrer el bosque.
Cuando logramos superar la noticia, nos relajamos escuchando música de los 90´s, mientras dejábamos que nuestros cuerpecitos se movieran al ritmo de los acordes, hice el conteo de los que estábamos en mi enorme salón de baile. Me percaté que Fanny no estaba y de inmediato, me deslicé entre los danzantes y salí del palacio. Busqué en el jardín, miré dentro de las macetas, detrás de los árboles, debajo de las bancas y nada. Después me dirigí a la cocina y sólo estaba el bote de la avena abierto, conla tapa tirada justo a la izquierda. “Mmmh, aquí debió estar ella””, pensé con gran sapiencia, “Es la única zurda de la mansión. Ella es glotona, pero no le gusta la avena. ¿Para qué la habrá tomado?”. Reflexioné unos cuantos minutos y luego emití un maullido más fuerte que la música transmitida por Alexa, le rugí que guardara silencio y llamé a mi comitiva a una reunión urgente.
“Fanny desapareció, el único rastro que hay es el bote de avena. Todos alístense para salir a buscarla”,
Unos cuantos minutos más tarde, todos estábamos listos, con nuestras cachuchas de investigadores, con nuestras lupas para buscar huellas, con una bolsa para recolectar evidencias y un mapa del reino para distribuirnos. A Ariel iría al norte, Kahil al sur, Tere al este y Botitas al oeste del palacio.
Caminamos mucho, fuimos buscando las huellas de Fanny, maullamos su nombre, y nada. A eso de las 3:00pm nos reunimos de nuevo, regresamos agotados y decepcionados. “Ahora nos hace falta Botitas”, dije con un dejo de certeza de quien intuye o descifra una incógnita. “¡Qué pudo haber ocurrido? Él iría hacia el oeste. Bebamos un poco de agua y salgamos a buscar a los ausentes. Creo saber dónde pueden hallarse”.
Ya con mayor energía, nos encaminamos a la búsqueda de nuestros extraviados. Yo guiaba al resto pues sabía hacia dónde encaminar nuestros pasos. De repente, lancé un maullido extraordinario: “Ya sé. Vamos al lago”.
Conforme nos acercábamos al sitio, los graznidos de júbilo incrementaban su intensidad, de momento pensé que se debía a mi presencia, pero no fue así. Ahí estaban Fanny y Botitas con los patos, nadaban con las aves y entonces, todos nos despojamos de nuestros atuendos y dimos un salto para jugar… ¡MIAU!
Mis agradecimientos estóicos.
Agradezco por mis seres queridos, agradezco por mis mascotas, agradezco por la comida de hoy y agradezco por este día.
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