Nuestra añorada Catis, la abuela de Tere, hablaba con dichos para apoyar sus opiniones y postura colmada de compasión hacia los demás durante su transitar por este mundo. Ya lo he dicho antes, es la mujer más ejemplar que conozco a través de las pláticas de mi gordis, porque no tuve la fortuna de conocerla gatonalmente. Sin embargo, sé que fue una mujer noble, inteligente, responsable, respetuosa, comprensiva y muy, muy amorosa con todos los que a ella se acercaban, sobre todo con su familia.
Hoy es un día frío, estoy realmente congelado, pero esto no me hace sufrir porque tengo un abrigo de pelo que cubre mi tierno cuerpecito e impide que el viento penetre y convierta en hielo mis órganos.
Cuando siento que el frío, el dolor, la tristeza y la incertidumbre hacia el futuro invaden mi “gran cabeza”, como la de “Arturo, el bohemio puro de noble corazón”, al que hace referencia el poema Brindis del bohemio, recuerdo los principios del enorme Epicteto.
Ayer tembló en el Imperio y el movimiento de las traviesas placas tectónicas se extendió hasta mi reino. Yo, como rey, tengo la obligación no sólo de cuidar la alimentación, desarrollo educativo, vivienda y seguridad en mis dominios, también debo proporcionar estrategias de templanza y tranquilidad a todos sus habitantes y admiradores.
Bueno, cuando sonó la alarma sísmica, todos nos concentramos en el área de seguridad de mi palacio y ahí, mi gordis nos dijo que pensáramos en cosas lindas. A mi mente vinieron recuerdos hermosos, atesorados en lo más profundo de mi corazoncito. Bueno, la verdad es que también observé que mi gordis y el marqués llevaban consigo sus teléfonos, lo que me llenó de tranquilidad por si ocurriese algo grave, habría manera de establecer comunicación con el exterior. Al terminar el arrullo del fenómeno natural al que no puedo controlar, dí gracias por no haber sufrido algún percance y luego, regresé a mis actividades cotidianas. Una gran sorpresa fue el saludo del archiduque Darío, con quien mantuve un rato la ida y vuelta de mensajes, eso me dio unos centímetros más de altura y de corpulencia, porque me llenó de felicidad.
Quedé tan satisfecho por la plática con mi Darío que hasta olvidé el suceso y por la noche, al conversar con mi tío, no dije ni “miau” de mi experiencia. Creo, ideo, opino que, cuando ocurra algo que sacuda de manera intempestiva o inesperada nuestros cuerpecitos y, por lo tanto, nuestros órganos, debemos ser optimistas. No existe nada más fuerte que nuestra actitud ante los embates de la vida, debemos ser pacientes y comprensivos frente a los cambios y palabras inapropiadas y, como nos sugeriría Catis, “dar tiempo al tiempo” … ¡MIAU!
Mis agradecimientos estoicos.
Agradezco por mis seres queridos que están en este mundo y los ausentes, agradezco por las enseñanzas que nos dejan todos ellos, agradezco por la fortaleza que descubro en mí con cada experiencia, agradezco por la compañía que me brindan mis amistades, familiares y mis mascotas, agradezco por tener un techo y agradezco por este día...
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