De los parientes de mi majestuosidad, la naturaleza de nuestra tía, la princesa Berenice de Tepepan, es un completo misterio.
Berenice es prima de mi gordis y tía nuestra. El sobrino preferido de la princesa Berenice es mi hermano Kahil, porque cuando mi tía está sentada, Kahil se acerca a ella para hacerle cariñitos en su cabello y su rostro.
De las charlas con mi Tere, he logrado concluir que si bien mi tía convivió con ella durante su infancia, fue en la adolescencia bereciana cuando tuvieron un tiempo sin comunicación y eso se debió a la diferencia de edades, porque mi gordis está viejita y no imagino que haya sido como todos los seres vivos en su proceso de desarrollo; yo creo que mi gordis nació añosa.
Bueno, regreso al tema. Tal vez en esos años de distanciamiento, Bere encontró una piedra mágica, comió unas papas bañadas con una salsa cátsup que contenía una poción que le dio valentía, se mojó en una lluvia de dones, le regalaron un anillo cuyo material le proporciona vitalidad y entereza o, quizá, en un sueño sus antecesores le dieron una encomienda.
Ella vino a presentarme sus respetos hace algunos años, a inicios del 2020 y recuerdo que su vestimenta era ordinaria, me refiero a que su traajje de heroína no estaba ala vista, por lo que concluyo que su identidad secreta la lleva muy bien puesta, su comportamiento con nosotros es natural y conmigo fue atenta, cariñosa y comprensiva.
Como no aclaro mi duda y mi cabecita esponjosa comienza a dolerme, le pido que me diga cuál es su identidad, que yo, desde mi realeza, sabré guardar el secreto…¡MIAU!
Mis agradecimientos estóicos.
Agradezco por mis seres queridos, agradezco por la fortaleza y valentía que todos podemos experimentar, agradezco por la capacidad de adaptación a los cambios, agradezco por mis mascotas y agradezco por este día.
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