¡GRRR!
La calle donde está mi palacio es tranquila de día, pero por las noches, cuando ya nos disponemos a dejarnos caer en el mullido colchón, nuestros deseos se ven truncados por el ruido del exterior.
Como anoté hace días, truenan fuegos artificiales con mucha frecuencia, pero además, hay unos vecinos que, cual hombres de las cavernas, son incapaces de pensar que hay más personas en el mundo. Estos entes viven “como si no hubiera mañana y estoy de acuerdo, en el memento mori uno debe pensar que es mortal y que en cualquier momento podemos perder la vida, aunque la finalidad estoica no es de desbarajuste escandaloso, sino la búsqueda y práctica de virtudes individuales en relación con los demás. Así, los cavernícolas de enfrente, no practican y aseguro desconocen la máxima atribuída a Benito Juárez que dice “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Los seres vivos tenemos el derecho a vivir como cada quien lo decida, pero sin afectar a los que están junto.
Los mininos somos animales nocturnos, dormimos 18 horas al día y, por lo tanto, el tiempo que nos acurrucamos en los brazos de Morfeo, se extiende al tiempo de oscuridad.
Pues malo, ayer lunes, primer día en que los estudiantes regresaron a las escuelas y los vacacionistas adultos, a sus respectivos trabajos, comenzó el estruendo musical, un grupo con batería y otros instrumentos, estuvieron recetándonos en la voz de un fulano, canciones para bailar o norteñas.
Mi gordis envió un mensaje a su amiga, para desearle una buena noche de descanso bajo el arrullo de “La puerta negra” y su amiga contestó que lo mismo deseaba, que conciliara el sueño al son de “Caminos de Michoacán”.
Yo, que soy tierno y muy amoroso, además de adorable y bien educado, evité pensar en palabrotas.
Agotado y muy decepcionado de la calaña de los trogloditas vecinos, me dirigí al closet y salté a lo más alto, de mi habitación; ahí se hallan las cobijas y me introduje en medio de ellas con la esperanza de que el infame volumen musical me llegase con menos intensidad… ¡MIAU!
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