Páginas

miércoles, 26 de junio de 2024

¡ESTOY QUE AZOTO!... ¡MIAU!


 


Esa frase era dicha por mi tatarabuela Catis.  Ella fue una mujer sabia, dulce y comprensiva, además de muy consentidora.

   Y yo estoy así, que azoto.  Ya me dejé caer sobre el horno, el asiento de la silla, el del sillón y en mi mullido colchón.

   Yo creo, ideo, opino y afirmo que cuando se tienen emociones exacerbadas, la tristeza, la nostalgia, el arrepentimiento y por otro lado, alegría, esperanza, ilusión y amor inagotable, lo que resulta es un cansancio mastodóntico.

   Hoy desperté un poco más tarde porque estuve departiendo con mis familiares hasta altas horas de la madrugada.  Bebimos té chai, obsequio de mi amiga y admiradora favorita llamada Lulú. Las copas “chai” fueron llenadas y rellenadas varias veces, hasta que nuestros párpados, pesados, dejaron de obedecer a la orden de levantarse. 

   Ya de día, continuamos la interesante charla cuyos temas fueron intercambio de experiencias, pude conocer a través de la plática, lugares lejanos, sitios increíbles y personajes singulares. 

    Una vez en la vida palaciega acostumbrada, indiqué a mi gordis que no me molestasen, a mi secre la instruí para que cumpliera con sus labores omitiendo lo que respecta a mí, que cancelara mis citas y que yo me iba a dejar caer sobre cualquier superficie horizontal.

   Pesadamente. mis patitas se movían descoordinadas, mis ojos brillosos y mi mirada agotada “Dónde podré dejarme caer?”, pensaba mientras, por costumbre, me dirigía rumbo a la cocina.  Di un salto hasta mi horno, ahí, como un bulto, mi cuerpo chocó con el rígido metal, sentí un dolor indecible y cuando quise estirarme cuan largo soy, me di cuenta que el área rectangular es más pequeña que yo.  Me levanté de nuevo, igual de cansado pero adolorido.    

  Cojeando,  fui a los asientos de la silla, primero, y del sillón, después: en ambos estuve en peligro de ser aplastado por enormes traseros.

   Malhumorado y muy, muy cansado, me dispuse a hacer un esfuerzo más.  Me dirigí a las escaleras, subí con lentitud los escalones y, al ver mi gigantesco colchón, suspiré con gran ilusión. 

   Frente a mi cama, saqué mis garritas porque no tenía fuerza para saltar, escalé y al llegar al centro exacto del cuadrilátero acolchonado, solté mi hermoso cuerpecito por un buen rato.

   Aún estoy cansado, creo que la edad y las emociones son demasiado para mi almita, lo que me hace recordar una vez más a mi Catis, que decía “Pobre vieja, cuando no le duele una pata, le duele la oreja”… MIAU!

 

Mis agradecimientos estóicos.

   Agradezco a todos mis seres queridos, los que están aquí y los que gozan de vida eterna, por las amorosas enseñanzas que me brindan y me permiten transitar cada día; agradezco a mis adoradas mascotas por su dulce compañía; agradezco por la deliciosa comida de hoy, agradezco por continuar aquí y agradezco por esste día.

 

1 comentario:

  1. Qué bien Piki que tuviste reunión con amistades y quizá con familiares, esta experiencia renueva el alma , carga de baterías al espíritu, la risa lo rejuvenece a uno , las experiencias compartidas de los seres queridos refuerza el interés por conocer y saber más. Me da mucho gusto . Hace unos días en casa mis hijas me dieron esa sorpresa en mi cumpleaños invitando a muchos muchos amigos , amigas y familiares queridos ,.Creo que en los últimos 24 años no había tenido un cumpleaños tan rico de emociones y de felicidad. Que tengas muchos Muchos días departiendo con tus seres queridos , es entrañable la experiencia. A recargar baterías Piki a sonreír y como dices a conocer a través de ellos lugares interesantes y lejanos !!

    ResponderEliminar