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martes, 21 de abril de 2020

FANNY Y EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS, GUADALUPE LOAEZA Y LA CARTA A JAVIER ALATORRE… ¡VOY A ENLOQUECER!... ¡MIAUUUUU!



   Hoy, como cada martes, mi mami estuvo en su sesión y, por coincidencia, había dado permiso a mi guardaespaldas para que se relajara un rato; es que desde mmi divinidad me es imposible tolerar  sentirme observada todo el tiempo.  Sé que al ser una reina tengo la excelsitud de la belleza y que una vez que alguien me mira, le es difícil apartar su vista de mi oscuro y peludo, grácil y fino cuerpo, además de que mis ojos son cautivadores.  Bueno, estaba un poco harta de que Fanny, la guardaespaldas, me siguiera a donde quiera que iba.  Le di un descanso y se dirigió hacia mi habitación.  Ahí estaba la gordis, en sesión. 
   Después de un rato, bajó la susodicha Fanny y, con mirada sumisa y una voz apenas audible, me solicitó le permitiera hacer unas  búsquedas en mi computadora. 
   Yo, que me caracterizo por mi infinita comprensión y generosidad, la miré con ternura pensando que no lograría encontrar cosa alguna, así que asentí y le sugerí que no fuese a descomponer mi herramienta  fundamental externa.
   Yo, mientras tanto, me dediqué a perder el tiempo con mi nuevo aparato, el celular  que cree mi mami que es suyo.  Escuché que una reportera del periódico Reforma escribió  una carta para sugerir a Javier Alatorre que renuncie a la televisora.  “Mmmmh, ha de estar bueno”, pensé con curiosidad. 
   ¡Malo!  ¿Por qué hay personas que, cuando  escriben una carta, siempre  y sin importar hacia quién se dirija o la intención que tiene el contenido, escriben el saludo después de la palabra Querido?”,   Conforme iba escuchando el texto, sentí cómo mi pelo se crispaba, primero el de mi angosto y bien formado lomo, luego la cola se esponjó como en mis años mozos, cuando tenía una cola peluda, larga, negra y brillante; por último, sentí que los pelos de mi cabeza y mis cejas se erizaban y mis ojos centelleaban, con una mirada fulminante  se centraba en el video.  “?Cómo es posible?”, me pregunté en un arrebato de cólera mientras lanzaba un gruñido aterrador.
   Luego apareció Fanny,; me pidió un turno para escribir sobre lo que había indagado porque, según me dijo, quería conocer más sobre la religión budista y que a través de la práctica de esa filosofía,  podría cumplir mejor con su función.  Volteé hacia ella, la miré con mis  verdes y penetrantes ojos y le dije que no.  Luego, ya más calmada y condescendiente, le expliqué: “Fanny, yo sé que estás para servirme y que lo que más deseas en tu perruna vida es cumplir con tu misión.  Yo te lo agradezco pero ahora voy a escribir”. 
   Al ir haciendo el relato de lo acontecido, he ido reflexionando sobre lo que me provocó el estado de malestar.  Me parece que el nivel de algunos periodistas es deplorable.  Resulta que en 2º. Grado de la educación primaria, como parte de los contenidos de la asignatura de Español, se ven las partes de la carta.   “Mmmmh, yo creo que se quedó con eso”, pensé con desdén porque creo que  lo que debieron aprender en los años subsecuentes es que hay diferentes formas de saludo  y éstas van a depender del estado de ánimo o la intención de la misiva.  Cuando estamos enojados o indignados no podemos saludar a alguien de manera cariñosa y luego, en el contenido, expresar que no ha habido contacto con él y que lo mejor es que se vaya  a volar.  Qué incongruencia!”.  En fin, las incongruencias se dan en todos lados…
    Cabe señalar que estoy de acuerdo con Guadalupe Loaeza, pero el saludo debió ser  solamente con el nombre del destinatario o bien, si quería poner un adjetivo, debió elegir uno que expresara su sentir hacia esa persona.  ¡MIAUUUU!


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