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lunes, 24 de julio de 2023

LA INFANTA LIZZIE… ¡MIAU!

 




   Mi tío Alfredo vino de visita a mi palacio el 12 de julio y pude imaginar, conforme él me relataba, la manera en la que vive en su reino.  Mientras él describía escenarios, eventos, acciones y estampas de interacciones y paisajes, yo logré recrearlas cada una de ellas en mi aguzado cerebrazo.

    Nos dejó una foto de Lizzie, la mayor de las jóvenes criaturas que viven con él y su esposa, Leticia I de Texas.

   Sé que Lizzie es tierna, simpática y muy consentida, además de escandalosa.  Creo, opino, ideo y considero que debe tener semejanzas con mi secre porque Fanny es la primera que avisa cuando hay alguien cerca de mi mansión,  la que nos indica si hay un aroma diferente y nos informa de qué se trata cuando hay alimentos recién preparados.  Además, ambas nos conocen y saben de antemano lo que pasará, como si tuviesen una bola de cristal para adivinar el futuro, porque cuando se hace algún movimiento o algún gesto registrado ya por ellas, se anticipan y responden antes que se les invite o indique lo que han de hacer.

   Yo viajé hasta Texas, fue así.  Vino el sr. Ricardo por mí pues viajaría solo.  Mi gordis, mis hermanos, la reina madre y el conde estuvieron cerca de mí hasta que abordé el auto que me llevaría al aeropuerto.  Las indicaciones y buenos deseos de mi gordis y mi comitiva fueron abrumadoras, me revolvieron la cabeza, pero lo que sí pude ordenar en mi cerebrito fue que debía llegar al aeropuerto, dirigirme a la aerolínea, mostrar mis documentos y esperar las instrucciones; luego esperaría un rato antes de abordar el avión y, una vez instalado en mi asiento, debía abrochar mi cinturón para evitar que mi  ligero cuerpecito chocase con el techo o rebotase en los asientos si es que se presentase algún contratiempo, además de cuidar mi seguridad corporal en el despegue y el posterior aterrizaje.  

   El vuelo llegaría a Ciudad Juárez, pues ahí tengo algunos familiares que, seguramente, estarían dichosos de recibirme y presentarme sus honores, pues hace ya varios años que no nos reunimos.  Así lo hice.

   Al aterrizar, las escalinatas del avión y el camino hacia la salida estaba alfombrado; yo descendí con sumo cuidado y gran elegancia, con mi corona y mi capa bien colocadas, además de traer en mi patita derecha un bastón para dar un mayor toque de realeza a mi llegada.

   Después de un rato de recibir las atenciones de mis tíos, primos y sobrinos, trepé en un coche que me llevaría directamente a mi destino final: el palacio de Texas.

   Al llegar ahí, salieron dos criaturas ladradoras, ambas me recibieron muy contentas y, tras lamer varias veces mis patitas, se colocaron detrás de mí, una a cada lado, para escoltarme.  Yo ingresé a un recinto realmente hermoso, tenía una gran casa y un jardín espectacular por sus dimensiones y plantas exóticas.  Después, hubo un resonar de tambores, se anunció la salida de los reyes Alfredo y Leticia para recibirme. 

   Al terminar la ceremonia de bienvenida, me ofrecieron diversos platillos, bebidas refrescantes y nos tumbamos en los sillones del jardín.  Ahí estuvimos mucho tiempo, no tengo idea de la cantidad de horas que pasamos charlando, recordando anécdotas, haciendo planes, ideamos la manera en la que llevaré a mi comitiva completa a Texas para vacacionar; en esas andábamos cuando, de repente, se escuchó algo parecido a una explosión…

   Salté instintivamente, saqué mis garritas y eché mis orejas para atrás, estaba a la defensiva, busqué al agresor y me dí cuenta que estaba en mi habitación.  ¡Fue un sueño dulce que interrumpió un estruendo del imperio!... ¡SNIF! ¡MIAU!

  


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