8 de mayo de 2011
UFFFF. Creo que por fin puedo escribir algo interesante, pues los textos que hice acerca de los “periodistas” que me ponen los pelos erizados por el susto y el rechazo, se terminaron.
Hoy por la mañana, mientras descansaba en mi atalaya, escuché unprogramaen el que participó Juan Villoro, como protagonista pues fue entrevistado por una mujer. No sé cómo se llama el programa y tampoco el canal por el que se transmitió porque solamente puseatención a la sencillez y discurso del entrevistado. QUÉ DIFEENCIA.
Hijo de un prestigiado intelectual mexicano, LuisVilloro, es un producto ejemplar de su padre. Esto lo comento porque a menudo observamos que los hijos de los grandes personajes transitan por el mundo sinpena ni gloria. No es el caso de Juan Villoro,.
Lo que me llamó la atención es que como persona real, vive en el contexto real de nustro México, habla con toda sencillez y espontaneidad sin temor a que le critiquen las élites intelectuales que, por lo general, menosprecian el “deporte del hombre .
Juan Villoro afirmó que uno de los personajes que lo enfiló hacia la literatura fue Angel Fernández, el célebre cronista deportivo que se ponía de pie ante jugadas espectaculares y utilizaba metáforas para referirse a jugadores y jugadas futbolísticas.
Bueno, yo estaba fascinada, ronroneaba de gusto cuando de repente se fue la luz…PAMPLINAS
Si. Ni modo. Me gustó mucho lo que comentó acerca del protagonista y la persona que es callada y participa solamente como testigo, ambos son realmente importantes para él.
Nacido en septiembre de 1956, cursó laprimaria en el Colegio Alemán y la licenciatura en Sociología en la UAM Iztapalapa. Como podemos ver, él no estudió para peridista pero se formó en la práctica, además tiene lo que en el argot de los periodistas se denoma ]”vena”, esto es, la facilidad para escribir.
Lo que sí haré será leer la novela El Testigo y los artículos de Juan Villoro, que se encuentran en internet a disposición de todos los lectores que se interesen por amenizar un rato su agobiada, temible, terrible o rutinaria vida.
UN RORNORNEO DE ADMIRACIÓN PARA JUAN VILLORO.
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